Lenguaje inclusive

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz
'Lenguaje inclusive'
EP

Patadas al diccionario, falsa moralidad barata, progreso mal entendido, miedo, falta de carácter y emulación. 

Estos son los ingredientes del desastre en el uso del llamado lenguaje inclusivo que vemos avanzar a diario en el uso de nuestro idioma. Autoridades y autoridadas. Los políticos imponen un modo de hablar ridículo y los que se juegan el cargo –en especial, los docentes- tragan, casi siempre. Es preciso rebelarse, si no queremos ser papagayos y papagayas, ambos inclusive.

Voy a proponer una solución. Sigan atentos. Es bello encontrar una palabra en el diccionario que integre a diferentes sujetos. Bandada, jauría, piara, arboleda, manada son palabras femeninas que describen a individuos de diferentes sexos. Existen palabras que tienen la misma naturaleza para designar a grupos humanos: audiencia, concurrencia, clase, personas, familia, banda, agrupación, escuadra, plataforma, coordinadora y otras muchas. Si las utilizamos con frecuencia, nadie nos va a obligar a repetirlas en masculino. Mi receta cuando hablo en público es utilizarlas con la mayor elegancia posible, combinadas con otras que emplean el uso genérico del masculino.

Digan lo que digan, es mucho más integrador encontrar una palabra que acoja a todas las personas de las que se habla. Así se logra la unión, la fuerza y la concordia. Visibilizar no nos va a dejar ver. No podemos permitirnos como sociedad que nuestros maestros tengan que hablar como políticos.

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