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  • EDITORIAL

Tensiones en el Gobierno

Pedro Sánchez, Nadia Calviño, Yolanda Díaz y Teresa Ribera, en el Congreso de los Diputados.
Pedro Sánchez, Nadia Calviño, Yolanda Díaz y Teresa Ribera, en el Congreso de los Diputados.
Emilio Naranjo / Efe

El choque entre la ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, y la ministra de Economía y vicepresienta primera, Nadia Calviño, que el presidente Sánchez intenta ahora encauzar, es un reflejo más de las tensiones internas en el Gabinete de coalición. 

Pero lo que está en juego, la regulación del mercado de trabajo, es demasiado importante para la economía española como para dejarlo en manos de combates ideológicos o luchas de poder.

Díaz, pieza principal de Unidas Podemos en el Gobierno de coalición, pretende sacar adelante una ‘contrarreforma’ completa de la reforma laboral realizada en 2013 por Rajoy; mientras que Calviño, la ministra más técnica y preparada en cuestiones económicas, quiere dosificar los cambios, conservando los elementos que facilitan la adaptación de las empresas a la coyuntura y teniendo muy en cuenta los planteamientos de Bruselas, de cuya asunción depende la llegada de los fondos europeos. Las tensiones entre el PSOE y Podemos en el seno del Ejecutivo han sido continuas y no es extraño que se agudicen cuando Díaz intenta liderar un nuevo proyecto político con la intención de aglutinar a todas las fuerzas a la izquierda del socialismo. Está en juego también la jerarquía dentro del propio Gabinete, en el que las funciones de coordinación y de enlace con la UE que ejerce Calviño deben ser esenciales. En todo caso, lo importante no son las luchas de poder, sino que la normativa laboral que se ponga en marcha facilite la creación de empleo y la buena marcha de la economía española. Aunque denostada, la reforma de 2013 tuvo sus virtudes, como pudo verse en el aumento de puestos de trabajo en los años posteriores. Y el equilibrio entre la flexibilidad y la estabilidad en el empleo no pude conseguirse con decretos maximalistas, sino con reformas bien pensadas y diseñadas, y que en la medida de lo posible consigan el acuerdo de los agentes sociales.

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