Por
  • María Pilar Clau Laborda

Más vida a la vida

Lo mejor de los tres tenores en concierto en la Sala Mozart del Auditorio
'Más vida a la vida'
Oliver Duch

Cada vivencia personal que he contado aquí ha suscitado mensajes, comentarios y diálogos afectuosos sobre experiencias o emociones afines. 

Los agradezco de corazón. Tuve un profesor de yoga que nos decía: Todo está en todos; el mundo entero está en cada uno de nosotros. Todos somos una sola cosa y cada uno somos todo.

Ese tener el mundo entero dentro, ese ser todo, es lo que permite a los actores interpretar cualquier papel y a los escritores crear personajes diversos. No es preciso buscarlos fuera, están todos dentro; solo tenemos que acallar la algarabía externa y, en silencio, entrar a buscar lo que necesitamos.

La literatura, el cine, el teatro… nos descubren nuevas vidas, mundos ignotos y excitantes. Los personajes son espejos en los que vemos reflejadas particularidades de nosotros mismos, de nuestros sueños y de nuestros miedos, de nuestros fracasos y de nuestros éxitos. Las artes nos iluminan y añaden vida a nuestra vida. El placer que produce leer un libro, ver una obra de teatro, una película o asistir a un concierto ayuda a vivir.

Esta semana vi a una niña que caminaba, casi corría, sonriendo y con un regalo entre las manos. La alegría que reflejaba su rostro me incitó a reflexionar sobre las diferentes disposiciones de ánimo y esa reflexión me ha acompañado estos días; sin embargo, no recuerdo dónde vi a esa criatura, ni siquiera sé si fue en algún lugar de la vida real o si fue en el cine. Me da igual. Lo que me concierne no es la memoria sino la reflexión. Las cosas que nos gustan, las que nos conmueven, sean realidad o ficción, pasan a formar parte de nosotros. No importa que no las recordemos, lo que importa es que nos inspiren, que nos infundan coraje, ímpetu.

Las artes suman vida a la vida. Su valor reside en que muestran y exploran la complejidad del ser humano. Nos ayudan a conocer al ser humano a partir de sus manifestaciones más sensibles y creativas, a reconocer las pasiones que mueven al mundo.

No solo la ciencia y la tecnología hacen que la sociedad evolucione; las artes, las humanidades en general, nos renuevan, y somos las personas las que renovamos y mejoramos la sociedad.

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