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Cartas al director de HERALDO: La involución política en nuestro país

El hemiciclo del Congreso de los Diputados.
La involución política en nuestro país
Fernando Villar / Efe

La involución política en nuestro país

No avanzamos, todo lo contrario, vamos en franco retroceso en la vida pública. 

Si miramos a la colación gubernamental, es un constante enfrentamiento en los dos partidos que la forman. Socialistas y Unidas Podemos no tienen la misma visión en temas como el SMI, en energía, de creciente preocupación social, y en vivienda, entre los más destacados. Pero si vamos a ver cómo son las relaciones con la oposición, es aún peor la situación, con un CGPJ que lleva más de mil días en funciones, sin visos de solución, siendo el denominador común la falta de consenso y de pactos de Estado. A ello se suma la creciente judicialización de la política española, en clara transgresión de los principios establecidos por Montesquieu sobre la separación de los tres poderes. Es imposible avanzar y evolucionar con esta clase política en las reformas estructurales que son necesarias en la sociedad española. El Estado de bienestar, del que muchas generaciones se han beneficiado, también se encuentra en franco retroceso, con una educación y formación universitaria que en estos momentos es una fábrica de parados, los titulados que salen de esta institución publica, en lugar de ser de oportunidades; la financiación del coste real de la educación por la vía de nuestros impuestos la estamos tirando a la basura. ¿Hasta cuándo podemos los ciudadanos aguantar la presente situación? Sin duda, estamos dentro de un proceso de involución social y política, en una época de importantes transformaciones socioeconómicas que se están produciendo en el mundo, de las que nuestro país se está alejando debido a una clase política que no está a la altura de las necesidades de los ciudadanos. El barco España, cada día tiene más vías de agua.

Pedro Marín Usón. Zaragoza

La huelga de autobuses I

Una vez más. Resolver los conflictos laborales en el transporte público colectivo es una patata caliente que gobierno tras gobierno municipal se van pasando, máxime cuando el servicio lo gestiona una multinacional de semejante magnitud. Esto nos demuestra, primero, el error cometido en 2013 en la adjudicación de la concesión a un monstruo empresarial, que supuso el despido de 153 compañeros y la aplicación de un laudo; posteriormente, en 2016, nos vimos involucrados en una huelga de 123 días . Y en segundo lugar, la carencia de apoyo y la dejadez de funciones de nuestros representantes municipales, que malgastan el tiempo en palabrerías. Seguimos con los mismos problemas sin resolver, que podemos resumir en cuatro palabras: empresa prepotente, ayuntamiento consiente.

Jesús Oliván López. Miembro del comité de empresa de Avanza-Zaragoza por CSIF

La huelga de autobuses II

Piensen en los usuarios. Enhorabuena a la persona que envió la carta sobre ‘El despropósito de la huelga del tranvía’. Por mi parte añadiría el tema de otra que también llevan a cabo desde hace más de un año los conductores del bus urbano. Podemos llegar a pensar si el motivo no será conseguir que dicho servicio deje de ser de una empresa privada y pase a ser del propio Ayuntamiento, y así convertirse en funcionarios. El comité de empresa que habla de reivindicaciones laborales y salariales, ¿será capaz de que los usuarios sepamos el salario bruto y horas de trabajo efectivas que tienen los empleados de Avanza? Si como hubiese competencia, igual no nos veríamos tan perjudicados con su proceder. Por favor, piensen en quienes hacemos uso del autobús y el tranvía.

José Antonio Martínez Lázaro. Zaragoza

¿A dónde el camino irá?

¿Recuerdas, amigo lector, el poema de Antonio Machado cantado por Alberto Cortez: "Yo voy soñando caminos? ¿A dónde el camino irá? Yo voy cantando, viajero a lo largo del sendero... La tarde cayendo está...". Ya van regresando los veraneantes de sus caminos, algunos han soñado caminos, otros han dejado sin sueños los caminos. Un tipo de turista masificado que ensucia caminos y ciudades emblemáticas como Venecia, hasta favorecer la proliferación de ratas y la turbiedad de los canales. En la montaña, en lugares que deberían inspirar un respeto reverente, los que desean la montaña pero no aman la montaña dejan constancia de su paso desfigurando el paisaje, cuando no quemándolo. Sabemos lo que le estamos haciendo a la Tierra: calentamiento global sin rescate, contaminación, expolio, deforestación, etc., y parece que no importa su deterioro… ya buscaremos salida en Marte. ¿No sería mejor un cambio de actitud? ¿Por qué no usar las vacaciones para darle también un respiro al alma? No se puede soñar en una Venecia agobiante y sucia. Yo he estado en invierno y he soñado sus caminos en calma y sosiego. Entre el placer de la carne y la conciencia espiritual, cabe una negociación. Epicuro, con criterio incrédulo, enseñó que el placer era el principal bien de la vida: "Comamos y bebamos, porque mañana hemos de morir". En versión más cercana: "A pasarlo bomba y el que venga atrás que arree". Ese criterio se está extendiendo a pesar de que en el mundo las personas que dicen profesar alguna religión son la mayoría; es decir, en teoría debería primar el espíritu que aprecia, respeta y protege la vida, y para eso no se requieren ritos ni tradición, sino la conciencia de que la Tierra es el hogar que Dios ha destinado al ser humano y nos pedirá cuentas si la convertimos en un basurero material y moral. "La tarde cayendo está… ¿a dónde el camino irá?".

José Luis Sancho Sánchez. Zaragoza

Madres cocineras

En las escaleras de la casa en donde vivía en los años sesenta olía a comidas caseras. Las madres, delantal y moño, gozaban en la cocina. Vivía en un quinto piso. De rellano en rellano, agudizado el olfato del hambre que traía del colegio, apreciaba el olor del primer piso a lentejas con chorizo, el segundo piso a arroz con conejo y pollo, el tercero a rancho de patatas con caracoles, el cuarto a guiso de ternera con cebolla, ajos y vinagre y en el quinto, en donde yo vivía, mi madre ponía el puchero por la mañana con el cocido de pechuga de gallina, costilla de ternera, hueso de caña con tuétano, chorizo, morcilla, puerro, apio, zanahoria, garbanzos y patatas. Después de horas de cocción se colaba el caldo y se preparaba la sopa con fideo de cabello de ángel. Las carnes del cocido las machacaba con un tenedor y hacía unas riquísimas croquetas. La cocina era básica, pero el resultado, nutritivo. Las madres de aquella época nunca tuvieron una receta a seguir, todo era intuición. Nunca se oyó que concedieran premios a las mujeres cocineras ni estrellas Michelin. Su gran trofeo consistía en ver los michelines y mofletes colorados en los cuerpos de la familia. "Bien sanos están mis hijos", decían orgullosas.

Pilar Valero Capilla. Zaragoza

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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