Por
  • Víctor Juan

Súbete la cremallera

Una inconfundible cremallera YKK.
'Súbete la cremallera'
HA

Hay muchas maneras de amar y hay, también, muchas pruebas de amor. 

Por eso a unos nos parece un gesto sublime que la persona que nos quiere cruce el desierto sin víveres solo por vernos cinco minutos; o vele durante cien noches bajo nuestra ventana, aguantando sin inmutarse el frío y la lluvia; o pase el aspirador todas las semanas por nuestra habitación; o lave nuestra ropa y nos la devuelva planchada; o nos coja de la mano aunque nos hayamos "manchado de barro nuestro vestido nuevo, nuestro vestido blanco" o nos dé un beso de esos que cambian una vida, dos vidas en realidad, disipando la niebla y las dudas. A otros todo eso les parecerán solemnes tonterías. A ellos quizá les conmueva que les regalen un diamante de muchos quilates, un abrigo de visón o un coche deportivo. Para mí, la prueba definitiva de que alguien te quiere es que te avisa cuando llevas la cremallera del pantalón bajada. Algo tan fácil como decir discretamente: "Tienes abierta la cremallera del pantalón", se convierte en una muestra de confianza y complicidad. A quienes no les importas les da lo mismo si haces el ridículo. Si yo pudiera elegir, me gustaría tener muy cerca a alguien que me dijera que me estoy equivocando, que cuando todos me aplaudieran fuera capaz de reunir el valor para decirme que no sigo el mejor camino, que todo no vale, que me estoy apartando de lo que siempre había querido ser. Cuando nos pierde la vanidad o nos desborda nuestra propia estupidez, necesitamos a alguien cerca que nos quiera y que nos diga la verdad: "Súbete la cremallera del pantalón".

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