Por
  • Elena Capapé

El día perfecto

'El día perfecto'
'El día perfecto'
Pixabay

Cuántos días perfectos habré tenido en mi vida?", se pregunta Luis, un periodista hastiado de su trabajo y aburrido de su vida conyugal en el libro ‘Los días perfectos’, escrito por Jacobo Bergareche para la editorial Libros del Asteroide. 

Luis no se conforma con momentos insuperables; él no busca instantes de radiante felicidad, de conversaciones vibrantes y ráfagas de belleza; lo que ansía son

días perfectos, desde que se abren los ojos hasta que se vuelven a cerrar. Días que se puedan contar viñeta a viñeta, tal y como William Faulkner sintetizaba un domingo redondo que compartió junto a su amante Meta Carpenter. En las páginas de ‘Los días perfectos’, Luis reflexiona sobre el amor, el tedio y la felicidad, mediante dos cartas que atesoran su esencia vital; una, dirigida a su amante, la otra, a su mujer.

A propósito de la reflexión sobre la perfección existencial, Bergareche, a través del personaje de Luis, aprovecha para citar a Handke y su ensayo sobre el día logrado. El autor austríaco estima que "el día logrado no se puede comparar con nada. Es único en su especie". El concepto ha evolucionado a lo largo de los siglos y la felicidad ha terminado por ser banalizada, mercantilizada y reconvertida en una pugna. La grandeza no requiere de excesos, fajos de billetes, viajes arrebatados, lujos y extravagancias; el día logrado puede transcurrir en calma, aquí y ahora, pero casi siempre dependerá del quién y en nuestras manos está atesorar su excepcionalidad en la memoria.

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