Por
  • Mª Pilar Benítez Marco

Día de las lenguas

'Día de las lenguas'
'Día de las lenguas'
Pixabay

De algún modo, las primeras hojas arrastradas por el otoño susurran que faltan días en el año y en la vida. 

Faltan días para amar y soñar, para conocer y aprender, para sentir y disfrutar... Pero el ‘carpe diem’ horaciano nos anima a aprovechar cada uno de los que van construyendo la existencia.

Se aproxima uno de ellos, el 26 de septiembre, Día Europeo de las Lenguas. Por iniciativa de la Comisión Europea y del Consejo de Europa, se celebra desde 2001, con el fin de poner en valor la diversidad lingüística de un continente en el que conviven más de doscientas lenguas propias, además de las procedentes de otras partes del mundo. En concreto, la Unión Europea tiene veinticuatro idiomas oficiales, entre ellos, el castellano, y más de sesenta lenguas regionales, dos de estas habladas en Aragón, el aragonés y el catalán. Por eso, la conmemoración anima a la ciudadanía europea a aprender idiomas, para enriquecer su vida personal, social y profesional, y preservarlos de su desaparición.

También faltan días para festejar tal propuesta con las numerosas actividades programadas por instituciones, asociaciones, universidades u otros centros educativos. Pero, en mi caso, siempre hallo un momento para recordar el brillo de los ojos de mis abuelos cuando me enseñaban en su aragonés de Sobrarbe el nombre de los lugares, seres y cosas que me rodeaban (‘Sísolas’, ‘fuen’, ‘Xarticato’, ‘cardelina’…), cuando me hacían heredera de una lengua, de una cultura, de una forma de ser y estar en la vida.

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