Director de HERALDO DE ARAGÓN

Estrategia y dependencia

Ursula von der Leyen muestra su certificado en el móvil
Ursula von der Leyen muestra su certificado en el móvil
JOHANNA GERON

Aún sin visibilidad, las consecuencias de la pandemia sobre nuestra sociedad no terminan de aclararse. Puede que, tal y como explica Anne Applebaum en su libro ‘El ocaso de la democracia. La seducción del totalitarismo’, «el miedo a la enfermedad acabe engendrando miedo a la libertad», aunque también puede ocurrir «que el coronavirus inspire un nuevo sentimiento de solidaridad global. Puede que renovemos y modernicemos nuestras instituciones. Quizá el hecho de que todo el mundo haya vivido las mismas experiencias a la vez –confinamiento, cuarentena, miedo al contagio, miedo a la muerte...– lleve a un incremento de la cooperación internacional». Ojalá el tiempo que nos espera permita una recomposición de muchos de los valores y principios que en silencio soporta el frontispicio de nuestra vida occidental, aunque las primeras señales que nos indican el final de la pandemia no resultan demasiado halagüeñas.

Aguardamos la llegada de los fondos europeos Next Generation convencidos de su oportunidad, rescatando, incluso, proyectos olvidados en los cajones, aunque sin reparar en la verdadera exigencia transformadora de una oportunidad única. Europa, en un desembolso histórico, está dispuesta a un generoso reparto de capitales que debería suponer un impulso extraordinario para abordar desde la ambición y la cooperación el próximo decenio.

Inmersos en una economía globalizada, la pandemia nos ha mostrado los riesgos de la deslocalización, al igual que las muchas dificultades que arrastra contar con una capacidad productiva en exceso dependiente de Oriente. Desde los coches hasta los electrodomésticos, pasando por los juguetes, la crisis provocada por el desabastecimiento de los microchips, que se añade a la falta de materias primas, está teniendo su efecto directo sobre el empleo. Las consecuencias en la factoría de Stellantis de Figueruelas, sin ir más lejos, describen a la perfección la fragilidad de un modelo que sitúa a Europa en un escenario de debilidad y sobre el que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, incidió esta misma semana al señalar su deseo de proponer una ley europea «para crear un ecosistema de chips que incluya su fabricación y garantice la seguridad del suministro».

La urgencia por la reindustrialización, en complementaria defensa del tejido instalado, no atiende a ningún blindaje autárquico, sino a un deseo de supervivencia que se explica en la evidencia de un mundo globalizado en competencia.

El nuevo valor diferencial de los gobiernos será el que proceda de su mirada estratégica, el de su conexión con la inteligencia procedente de cualquier nicho, tanto público como privado, para contar, por ejemplo, con una fábrica de baterías eléctricas para la automoción que asiente el empleo mientras se convierte en un polo de atracción.

El futuro, como insiste Applebaum, exige modernizar las instituciones y también las administraciones para, sin descuidar su condición de prevención y garante, anticiparse a los acontecimientos. Un cambio en el que una inversión no debería quedar condicionada en exclusiva a la recepción de una subvención.

El desafío es mayúsculo y la exigencia de gestión de los fondos europeos por parte de las administraciones reclama una especial toma de conciencia política que provoque todos estos cambios. Se está tan acostumbrado al corto plazo, al ciclo emocional que describe la política en cuatro años de legislatura, que se puede despreciar esta obligación transformadora.

En este mundo de la desinformación donde, en palabras del periodista Richard Stengel, «ni siquiera hace falta ganar, puesto que el éxito radica simplemente en enturbiar las aguas», la confianza en las instituciones y los gobiernos, en su capacidad para crear una cadena de valor de credibilidad, es uno de los grandes cambios que la pandemia debería haber provocado y que, directamente, demandan los grandes inversores cuando dudan entre varios emplazamientos.

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