La conmemoración del 175 aniversario del nacimiento de Joaquín Costa sirve para seguir estudiando, como hace hoy HERALDO en sus páginas con las firmas de algunos de los expertos más reputados, la figura y la obra del gran pensador político y moralista. 

En tiempos de incertidumbres pandémicas y polarización ideológica, las ideas del montisonense suenan ya a un pasado remoto tanto para los gobernantes actuales como para una buena parte de la sociedad. Sin embargo, su impulso regeneracionista sigue siendo hoy tan importante como ayer. El espíritu modernizador debe ser perenne en todas las sociedades. Del mismo que, en el plano regional, debe reivindicarse su vocación aragonesista, nada autocomplaciente y con proyección de futuro, sin por ello caer jamás en separatismos ni exclusivismos.

El próximo martes, 14 de septiembre, se cumplen 175 años del nacimiento en Monzón de Joaquín Costa. Es una figura indiscutible en el panteón de los personajes ilustres de Aragón y de España. Muchos de sus contemporáneos sintieron por él una sentida admiración, por su esfuerzo y por su voluntad inquebrantable de saber y de enseñar, por su decisión para vencer circunstancias personales que parecían insalvables y por su sentido de la libertad, reflejado en la expresión de sus pensamientos y anhelos.

De Costa hubo quien idolatró al jurista, al tribuno, al agrarista, al polemista, al diputado, al historiador o todo eso a la vez. Hoy, un siglo después de que escribiera gran parte de su vasta obra, su ejemplo debe actualizarse para que lo valoren las nuevas generaciones. Su férrea fuerza de voluntad, su vocación sobresaliente de servicio a la sociedad y un vehemente amor a su idea de España explican la cantidad y calidad de sus escritos. Por ello hay que seguir estudiándolo y aprendiendo de sus lecciones.