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  • Heraldo de Aragón

Cartas al director de HERALDO: 'Gente buena la hay en todas partes'

Gente paseando en la calle.
'Gente buena la hay en todas partes'
Pixabay

Gente buena la hay en todas partes

Salgo del Ayuntamiento por una gestión, me echo la mano al bolsillo y no siento el móvil, me doy cuenta de que lo he perdido o se me ha caído, ya que hice el trayecto de ida en bicicleta. 

Me pongo nervioso y malhumorado, pero me da por pensar que igual alguien bueno lo ha recogido del suelo y me lo ha guardado. Hablo con los policías locales que están de guardia en el edificio y uno de ellos me ayuda y me ofrece llamar él desde su teléfono privado al mío. Sin mucha esperanza, suenan los pitidos y, sí, nos responde alguien que dice que sí lo tiene y que me lo guarda. ¡Qué suerte! ¡Qué buena persona! Se llama Jorge y decide dejármelo en la recepción del complejo deportivo Stadium Casablanca, ya que él está entrenando allí. Acudo rápido y la recepcionista, muy amable, me da mi móvil. Allí mismo me entretengo haciendo unas llamadas y, al poco rato, tengo suerte y aparece Jorge en su bicicleta. Es una sensación única y preciosa ponerle cara a un ser humano que ha sacado lo mejor de sí mismo para ponerse en tu piel y ayudarte. Jorge es un chaval jovencico, sonriente y humilde porque, por más que le intento mostrar mi admiración por lo que ha hecho, el chaval le resta importancia y casi se alegra más él que yo de poder ayudarme. Qué lección de esta juventud que tanto nos gusta incordiar y menospreciar. Gente buena la hay en todas las partes y a todas las edades. Quise pagarle alguna bebida al chico, pero no quiso dinero –me emociono al contarlo–. Pues nada, Jorge, te prometí que al menos citaría tu nombre en alguna carta al Director para que te echaras unas risas, pero sobre todo lo hago por darles la enhorabuena a tus padres y a tu familia, que han sabido inculcarte unos valores que jamás debes olvidar porque, como escribía al principio, la vida pone todo en su sitio y las buenas personas nos ayudamos siempre. ¡Un fuerte abrazo, amigo!

Manuel Sanz López. ZARAGOZA

Tonterías

Leo en el HERALDO que el edil de Zaragoza, Alfonso Gómez, del PSOE, afirma que "los votantes del PP no usan el transporte público porque la mayoría tiene coches de alta gama e incluso alguno chófer". ¿De verdad alguien se cree esa tontería? Creo que con esas afirmaciones se descalifica él solito y no transmite ninguna confianza a sus votantes. ¿De verdad nos merecemos ediles así ?

Alberto Solanas Val. ZARAGOZA

No levantamos cabeza

El inicio de esta década de los veinte del siglo XXI está siendo un quebradero de cabeza. Comenzamos con una pandemia, inicialmente banalizada, para continuar con un confinamiento de los más estrictos del mundo y un proceso de vacunación cuya implantación también fue polémica. Pero cuando más o menos, y salvo sorpresas, este tema de la pandemia parece algo controlado, comienza el de la subida de la luz y de la gasolina. El verano ha estado marcado por precios desorbitados, dañando las economías familiares hasta situar el IPC en el 3,3%, ratio desconocido desde 2012. Según estimaciones del Ejecutivo, cuando comience a descender el precio del megawatio, iniciará su alza el del gas. Los expertos estiman que en noviembre se producirá un incremento medio del 10% respecto al pasado mes de abril. La razón: no hay reservas de gas para hacer frente a la demanda. Los mismos expertos llevan tiempo manifestando que el problema es que España almacena mal esta materia prima. En resumen, vamos como en el juego de la oca, y tiro porque me toca en el siguiente quebradero social de unos ciudadanos que no levantamos cabeza. El denominador común es la ineficaz y mala gestión pública de las Administraciones central y autonómicas.

Pedro Marín Usón. Zaragoza

Ciencia ficción

Antes, ir a comprar la prensa y leerla tranquilamente durante el desayuno era un ritual casi obligatorio que nos acercaba a otras realidades, algunas muy lejanas y otras más cercanas, que nos hacía cómplices con lo que les sucedía a otros, además de completar nuestro bagaje cultural. Mi padre lo sigue cumpliendo a diario y a rajatabla a sus 90 y muchos años. Pero, de un tiempo a esta parte, más bien parece que leamos algo más cercano a la ciencia ficción que a la realidad pura y dura. Veamos dos noticias aparecidas en un breve plazo de tiempo ante las que al ciudadano medio, al de a pie, al normal, al currante, se le ponen los pelos de punta. La última y más reciente, además de muy cercana, rezaba más o menos así: «La policía rompe un candado para dejar entrar en el piso a un okupa». Por si fuera poco, el propietario podía caer en un delito de coacción. La verdad es que ni me lo podía creer y empecé a tener, si no miedo, sí cierto canguelo, porque me sentí indefenso, desamparado ante la ley, con la policía –que pago con mis impuestos– posicionada del lado del infractor, a expensas de que un día, un desaprensivo pase cerca de mi casa en el pueblo y le diga al agente de turno "ábrame, que he perdido la llave" y el benemérito, el local o el nacional le haga caso y yo me vea en la calle. No sirven argumentos sobre cómo está la ley. La ley es interpretativa en todo caso y debe interpretarse siempre del lado de quien la cumple. La otra noticia era que el nombre de un cantautor y premio nobel de literatura está en entredicho y con la reputación completamente ya manchada porque, usando aquella máxima de ‘calumnia que algo queda’, a Bob Dylan se le había acusado de haber abusado en 1965 de una menor, menor que ya es mayor y durante 56 años ha permanecido callada. No sé si tal hecho ocurrió, pero creo que los periodistas, antes de darle pábulo y publicarlo, deberían cerciorarse de si es cierto. Si todos los delitos prescriben –salvo los de genocidio y terrorismo con sangre–, ¿por qué la palabra de alguien puede manchar el honor de una persona antes de que esta pueda defenderse? ¿Prescribe un asesinato demostrado, con pruebas, y no un posible abuso por demostrar, realizado hace casi 60 años? Si esto y lo anterior no es ciencia ficción…

Juan Luis Encuentra Calvo. SOS DEL REY CATÓLICO

Reencuentro

Ocho de la tarde, el estío tocaba a su fin. Agosto agonizaba. La basílica del Pilar permanecía allí, colosal y majestuosa. Ni de izquierdas ni de derechas, ni ateo ni creyente, al menos al uso. Personal, diferente, raro, singular, pero ante todo persona, me acerqué como habitualmente hago al interior de la catedral, para ver a la Virgen. ¡Qué bonita estaba! Como nunca, como siempre. Pequeña pero bellísima. No queriéndome quedar a la misa entera, le recé por mí, por mi familia, por mis seres queridos. Deposité en una hucha un pequeño donativo. Cuando ya me iba, me acordé de la gente que sufría en Kabul y en otros lugares de la Tierra que parecen malditos.

Miguel Romanos Mur. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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