Un éxito muy relativo

La fulminante victoria de los talibanes ha obligado a los occidentales a realizar una evacuación de urgencia.
La fulminante victoria de los talibanes ha obligado a los occidentales a realizar una evacuación de urgencia.
Fabian Bimmer / Reuters

Es un alivio que, a pesar del caos, de la presión talibán, de las acciones terroristas y de la premura con la que se ha hecho todo, la retirada española de Kabul haya concluido sin que sufriéramos ninguna desgracia añadida. 

Si a eso queremos llamarlo un éxito, pues bien, ha sido un éxito. Pero no podemos olvidar que se inscribe dentro de un gran fracaso. Dentro del estrepitoso desastre occidental que supone el retorno de los talibanes al poder en Afganistán, en el que, a nosotros, aunque hayamos sido actores secundarios, también nos corresponde una parte alícuota de responsabilidad y de humillación.

Por otro lado, es legítimo que los ciudadanos se pregunten si no hubiera sido más sensato comenzar la evacuación unas semanas antes. Hubiera entonces podido hacerse con más tranquilidad y no tanto peligro. Y probablemente, con más tiempo y menor presión, hubiéramos conseguido poner a salvo a todos los afganos que han colaborado con nuestro país, cuando ahora una buena parte se han quedado allí, al alcance de las represalias.

Cierto es que, al parecer, nadie había previsto que el triunfo de los insurrectos fuera a ser tan fulminante. Y que otros países, empezando por Estados Unidos, han cometido el mismo error que España y no han comenzado a rescatar a sus colaboradores hasta que han visto a los talibanes en las calles de Kabul. Pero aunque el mal de muchos le pueda servir a alguien de consuelo, no debería impedir que el Gobierno español explicase esa tardanza ante la opinión pública y ante el Congreso. Y cuanto antes.

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