Por
  • Víctor Juan

Melerotti

José Luis Melero.
José Luis Melero.
José Miguel Marco

El fútbol lo inventaron los ingleses, pero me gusta cómo lo viven y lo cuentan los argentinos.

 Para mí el fútbol empieza y termina cuando juega el Zaragoza. El resto de los partidos, sea una final olímpica, del mundial o de la champions, los disfruto como un tibio aficionado al balompié. Claro que admiro la velocidad, la inteligencia en el regate, la precisión en los pases largos, la técnica al ejecutar un lanzamiento a balón parado, pero cuando no se trata del Zaragoza, no pongo ninguna pasión. Lo explicó muy bien Marcelo Bielsa, el gran filósofo del fútbol: los jugadores, los técnicos, la directiva no importan; los aficionados, esos que aplauden una buena jugada, sea del equipo que sea, no importan. Los imprescindibles son los hinchas. Y ‘el loco Bielsa’ tiene razón porque los hinchas sentimos por nuestro equipo la pasión que las abuelas reservan a sus nietos, solo sabemos defender unos colores y estaremos siempre con nuestro escudo, pase lo que pase. Mi amigo José Luis Melero es quien mejor cuenta qué es ser zaragocista. A pesar de su aragonesismo, en esto parece que sea argentino -Melerotti, podría llamarse-. A nosotros no nos gusta el fútbol. Nos gusta el Zaragoza. No esperamos un gran espectáculo. Solo queremos que nuestro equipo gane. Por eso si el conjunto de Messi se enfrenta al Zaragoza, hacemos rogativas para que la víspera tenga diarreas, le entre un lumbago o le duelan las muelas. No queremos que juegue contra nosotros porque, como dijo Leo Ponzio cuando defendía la camiseta del Zaragoza: «Es muy lindo ver jugar a Messi cuando no juega contra uno».

Víctor Juan es director del Museo Pedagógico de Aragón

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