Por
  • Francisco Álvarez Cascos

Rodolfo Aínsa, símbolo del compañerismo y la acción 

Rodolfo Aínsa
Rodolfo Aínsa
Rafael Gobantes

Una sacudida emocional me recorrió interiormente al leer en la tarde de ayer en la edición digital de HERALDO la noticia del fallecimiento de Rodolfo Aínsa, mi amigo del alma y leal compañero de muchas andanzas políticas en la arena del parlamento español, de quien hace veinte días comencé a recibir esas noticias dolorosas que nos animan a los creyentes asturianos a encomendarnos a la Santina en busca del milagro que finalmente no se produjo. A Rosa Mary, a Noemi, a Rodolfo y a Javier les envío como testimonio de mi pésame más sentido estas líneas de recuerdo y de homenaje a una persona entrañable y a un político excepcional.

No me ciega el cariño del amigo en esta hora triste si afirmo que Huesca y Aragón pierden un valedor sin par que luchó sin desmayo, desde las responsabilidades públicas que alcanzó democráticamente, por defender a su tierra y por impulsar las mejores iniciativas para contribuir a su desarrollo económico y social. Soy testigo cercano de ello desde los lejanos días del año 1982 en que nos conocimos cuando fuimos elegidos senadores por nuestras respectivas circunscripciones y formamos parte del Grupo Popular de la Cámara Alta. Rodolfo se dio a conocer desde el primer minuto por su admirable capacidad de trabajo, y se hizo querer muy pronto por el afecto que desparramaba a su alrededor entre todos sus compañeros. Al mismo tiempo, desde la oposición era un noble adversario del Gobierno y de sus representantes.

A los dos nos unió la impronta común que las cumbres y los valles pirenaicos y cantábricos dejan siempre en la personalidad de sus gentes, fomentando una sintonía de rebeldía frente al aislamiento y la marginalidad de nuestras respectivas tierras de Huesca y Asturias. Me vienen a la memoria sus batallas presupuestarias hace casi cuarenta años para lograr inversiones destinadas a acometer la modernización del puerto de Montrepós -hoy autovía- o a la carretera entre Sabiñánigo y Fiscal que creo que aún tiene algún tramo pendiente; o a poner en servicio los aeropuertos de Huesca; o, años más tarde, a prolongar el AVE desde Zaragoza hasta Huesca.

Su espíritu emprendedor y dinámico lo proyectó en su personalidad de político de acción, con una tenacidad indesmayable que le impulsaba para llegar allá donde sus iniciativas podían tener eco y apoyo para convertirse en proyectos, primero, y en obras, después. Y su bonhomía y lealtad le hicieron acreedor de muchísimos afectos que permanecen inmarchitables entre quienes tuvimos el privilegio de ser sus compañeros y amigos.

Hoy las nubes de nuestra tristeza envuelven las cumbres y los valles del Pirineo oscense. Pero allá en lo más alto, la inolvidable e inmortal figura de Rodolfo Aínsa emerge con la de los grandes hombres que lucharon como patriotas por su tierra. Descansa en paz amigo querido.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión