Por
  • Mariano Gállego

Un bululú anda suelto

Ros Beret, bululú.
Ros Beret, bululú.
CARTV

Él no querrá que glose su figura ni que aliente su empeño, pero siguiendo su propia filosofía replicaré que me da igual. 

Ros Beret es bululú, un «bufo farandulero miserable» en palabras de Francisco de Quevedo. Y de Belver de Cinca, aunque desde el solsticio hasta la vendimia está de gira -de la miseria, sostiene- por los pueblos del Alto Aragón y el Pirineo navarro haciendo lo que más le gusta: provocar al respetable. Se considera miembro de la más baja condición del comediante, el que representa las obras en solitario, mudando la voz según el personaje que interpreta y viviendo a salto de mata por el camino. Pero también forma parte de los artistas que huyen de la cultura oficial y de los canales institucionales, en una apuesta por el teatro popular más genuino, el que enlaza con la juglaresca y la tradición oral, la que durante siglos y antes de la irrupción del barullo digital transmitió el saber y el entretenimiento.

Beret no tiene caché, ofrece teatro gratuito y tan solo precisa que el ayuntamiento de turno le facilite sillas para el público en un rincón apto, una alargadera para enchufar los focos y algo de entusiasmo con la propuesta. Al final de la obra coloca en el escenario un cuenco, un sombrero o un pandero de los utilizados en la representación y deja que cada uno aporte lo que considere mientras él se aleja a liarse un cigarro para no importunar. A mí me da que aunque obviamente necesita subsistir, más que el interés crematístico Ros anhela que sus textos conmuevan al público y susciten todo tipo de reflexiones. Y doy fe de que sus interpretaciones pueden llevar al estremecimiento. Todo esto, con más detalles, sustanciosas anécdotas y agudos comentarios, es lo que Ros narra en su último libro, ‘Bululú’ (no se ha complicado la vida con el título el colega), editado esta primavera por la osada editorial zaragozana Ánimas del Huerva y que acabo de devorar con fruición. A Ros aún le quedan unas cuantas representaciones, así que les propongo que estén atentos a los pasquines que anuncian espectáculos culturales por las calles de los pueblos. Y si se trata de una obra del bululú Ros Beret les aconsejo que acudan a verla. Se llevarán una bonita sorpresa que les conectará con el origen de la cultura popular.

mgallego@heraldo.es

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