Las cifras de incidencia acumulada a 14 días en Aragón demuestran que la sexta ola de la pandemia consolida una línea descendente. Este rebrote veraniego ha tenido ingredientes distintos a los cinco anteriores. La variante delta, mucho más transmisible, y los contagios generalizados entre jóvenes han sido dos variables que han condicionado la evolución de la ola. No obstante, el más significativo hecho diferencial es la vacunación. A pesar de que el nivel de casos ha sido muy elevado, las consecuencias que han tenido en hospitalizaciones y en fallecidos han estado por debajo de las que hubo que lamentar en los anteriores repuntes. Esta evidencia científica obliga a acelerar el proceso para vacunar cuando antes a los que todavía no han podido.

La sexta ola en la Comunidad se ha quedado cerca de ser la más virulenta en número de contagios de las registradas hasta ahora. En la segunda quincena del mes de julio se alcanzaron los 6.035 casos semanales, algo por debajo de los 7.676 a los que se llegaron en el pico de octubre-noviembre del año pasado (los datos en la primera ola, de marzo de 2020, no son fiables). Sin embargo, el efecto en hospitalizaciones y fallecidos ha sido muy inferior. Los expertos coinciden en que la vacuna ha sido fundamental, hasta tal punto que sin ella los hospitales hubieran colapsado porque la variante delta es mucho más contagiosa. Esta alta transmisibilidad hace necesario elevar la vacunación hasta el 90% de la población para alcanzar la inmunidad de grupo.

El principal reto para acabar con la pandemia a partir de ahora es que esta elevada inmunidad de grupo debe lograrse en todas las autonomías y en todos los países. Mientras no sea así, la pandemia seguirá viva y con grave riesgo de que el coronavirus registre nuevas mutaciones y se repitan nuevas olas de infecciones en todo el mundo, como ya ha pasado con la variante delta.