Blog - Los desastres de la guerra

por Gervasio Sánchez

Por
  • Vicente Pinilla

Mi guerra

Con el estado de alarma, las limitaciones de los derechos fundamentales se someten al control parlamentario.
Congreso de los dipuitados.
Enrique Cidoncha / HERALDO

Asisto atónito a la reciente polémica sobre la guerra civil. El debate histórico está cerrado hace tiempo. Los perpetradores del fallido golpe militar fueron los responsables de su inicio y es lamentable seguir mareando la perdiz con este tema. Viví la guerra a través de los ojos de mi madre y de sus historias que yo devoraba. Ella tenía entonces 13 años. Todo empezaba para ella la tarde del 17 de julio, cuando la persona que tenía arrendados los bajos de su casa como taller mecánico, el ugetista Santiago Anglada, le dijo al encontrársela en la calle Pignatelli con su hermano Víctor, que volviera rápido a casa. El golpe militar había comenzado ya en Marruecos. Ésta transcurrió entre cruzar a la plaza de toros cuando había bombardeos y el temor de sus tíos, que vivían con ella, a ser detenidos. Su gran delito era haber votado a Izquierda Republicana y haber ido a Madrid a escuchar un mitin de Azaña. Por menos fusilaban. Aun hubo tiempo para que su hermano Antonio fuera movilizado y, afortunadamente, enviado a vigilar prisioneros a Teruel. Éste con solo 18 años, y no los adultos, fue quien tuvo que ir a ‘negociar’ con el coronel del contiguo Parque de Artillería la venta de la nave de la antigua fábrica de galletas que tenían y que había cerrado. La guerra terminó, pero el temor permaneció muchos años. Recuerdo la preocupación de mis padres durante la transición porque hubiera una nueva guerra o esa frase que tantas personas de mi generación han oído: «No te signifiques hijo mío».

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