La crisis que ha generado la pandemia «ha interrumpido el proceso de convergencia de los niveles de vida» de España, Italia, Grecia y Portugal con respecto a los países del norte del Viejo Continente. Esta es la tesis de los economistas del Banco Central Europeo (BCE). De hecho, alertan del riesgo de que la covid derive en un crecimiento «cada vez más desigual» entre los Estados miembros de la UE. La puesta en marcha del plan de recuperación antipandémico, el Next Generation-EU, por un volumen insólito de 750.000 millones de euros, es una herramienta extraordinaria para cerrar esta brecha. No obstante, el alcance de este ‘maná’ en cada nación dependerá de cómo se aprovechen las millonarias ayudas.

La reactivación económica se está consolidando, pero «la evolución de la pandemia sigue constituyendo una fuente de incertidumbre para la recuperación mundial y puede desembocar en una senda de crecimiento cada vez más desigual en los distintos países». Es la advertencia que lanza el BCE en su último boletín. La pandemia ha hecho que Alemania, Países Bajos y otras naciones europeas con unos niveles de vida superiores a la media (excepto Austria) los hayan visto deteriorados en menor medida que sus vecinos mediterráneos, lo que ha provocado que la brecha entre el norte y el sur aumente. Las autoridades españolas deben tener en cuenta que nuestro nivel de vida está ahora más lejos de la media de la zona euro que en la anterior crisis financiera.

El enorme salto en la solidaridad europea que supone el fondo de recuperación (con subvenciones financiadas por primera vez a través de deuda compartida entre todos los Estados miembros) reclama un salto similar en el nivel de exigencia política de cada Estado. Pedro Sánchez debe aprovechar el impulso continental para pactar y poner en marcha ambiciosas reformas estructurales con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía y que la brecha norte-sur disminuya poco a poco.