El 22 de julio, el Gobierno de Aragón decide declarar el toque de queda en Jaca, Huesca, Barbastro y Monzón, ante el descontrolado aumento de los contagios de covid. 

Pero la medida entra en vigor hoy, 3 de agosto, es decir, doce días después. Esa es la agilidad que, para luchar contra el escurridizo virus, nos proporciona según parece la normativa vigente. Doce días cuesta aplicar una decisión que en teoría era urgente y necesaria. Pues qué bien. Y aún decía Pedro Sánchez que estaba muy contento de lo bien que estaba funcionando lo que él llama ‘cogobernanza’ en la gestión de la pandemia.

A decir verdad, no es que la DGA se hubiera dado prisa, cuando optó por activar el toque de queda ya llevábamos dos semanas de escalada rampante de la incidencia. Pero, desde luego, más que gobernanza o cogobernanza, lo que muchos ciudadanos perciben este verano es la ‘desgobernanza’ en que ha quedado la lucha sanitaria una vez que se levantó el estado de alarma el pasado mes de mayo. El Gobierno central se lavó las manos y dejó a los autonómicos sin instrumentos, sin un marco legal adecuado para reaccionar con prontitud y adecuación a las evoluciones del coronavirus. Y así seguimos. Y probablemente si en otoño se producen nuevas olas, así seguiremos.

Menos mal que, como nos dicen algunos científicos, las vacunas han resultado ser muy eficaces. Aunque otros científicos, no menos entendidos, lo que nos dicen es que hace falta ponerse una tercera dosis porque con las dos que llevamos no basta. Crucemos los dedos.