Matria y vida
Aún con el eco de las protestas caribeñas al grito de "patria y vida", el silencio de muchas instituciones alterna con ataques despiadados hacia quienes invitan a repensar estados y conceptos.
La palabra ‘patria’ remite al origen de los padres, como ‘patrimonio’ o ‘patrón’, etimológicamente ligados a la misma potestad. La historia no cambia, pero el futuro pende del lenguaje y su poder. Si no, que se lo digan al pueblo cubano, jugándose la libertad y el sustento por el hartazgo de arengas vacías, más allá de la miseria y el hambre. Piden reformular un país y el derecho a disentir. Aspiraciones. Contra malogradas consignas como "patria o muerte", enarbolan el empeño y, también, la vida, que emana naturalmente de la figura nutricia, del eterno femenino equiparable a la tierra, ese otro símbolo universal desde la Antigüedad.
La madre patria los ha abandonado por un puñado de hoteles y un traguito de ron, y las disyuntivas son inútiles: no es izquierda o derecha. Se trata de dignidad y derechos humanos. Escuchémosles. Los cubanos reclaman decencia. No huir, vivir por detrás o de prestado. ¿De qué sirve una educación excelente, licenciarse en ingeniería o medicina, si para mantenerse hay que conseguir limosna o dinero ilícito con el que comprar en tiendas a precios extranjeros?
En Cuba ‘resolver’ significa subsistir, trueque, mercado negro. Porque la lengua (materna) es de quien la usa. Puede que feminizar el discurso y rapear variantes sea una cuestión terminológica. Pero las palabras no son ruido. Quieren decir. Cualquier renacimiento se gesta en las metáforas.