Flores en el secarral

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'Flores en el secarral'
Guillermo Mestre

Es impagable el esfuerzo de nuestro alcalde, Jorge Azcón, por tratar de cambiar el aspecto de nuestra ciudad, sencillamente cubriéndola de flores, a pesar de que es bien sabido que nuestro clima no es el más propicio para adornos florales urbanos. 

No es fácil disponer de coloridos parterres y arriates en este secarral zaragozano, pero hay algo que supera estas dificultades medioambientales, y es la voluntad política y el cariño por tu ciudad. Ambas cosas faltaron en el espíritu y en la acción de nuestros anteriores regidores, a quienes les importaba poco el aspecto de su ciudad, atentos como estaban a sus cuitas partidistas y a su propio relumbrón, aunque alguno de ellos tuvo la pretensión –¡qué sarcasmo!– de que Zaragoza sin hacer mérito alguno fuera declarada ciudad verde europea. Lamentablemente, y así lo hemos comentado muchas veces en estas páginas, nuestra ciudad ha estado muy poco atendida y mimada desde su Ayuntamiento.

Ahora hemos elegido un alcalde que como es natural se ocupa de las cosas de su partido, pero tiene también una decidida y explícita voluntad de mejorar esta ciudad de nuestros pecados. Se preocupa por su aspecto, y buena prueba de ello es el trabajo que han emprendido en el departamento de parques y jardines para embellecer la ciudad plantando miles de flores en diferentes rincones, ofreciendo un agradable colorido visual al viandante. Estoy seguro de que detrás de esa actuación, muy de agradecer, existe una manifiesta voluntad política personal del alcalde por ofrecer de Zaragoza una imagen más amable y bonita, hasta menos estresante, me atrevería a decir.

Yo me voy a atrever a pedir a nuestro alcalde que mantenga esa ilusión que creo tiene de mejorar esta ciudad implementando algunas actuaciones que permitirían completar esa imagen amable de nuestra ciudad. Zaragoza es una ciudad sucia, y sería conveniente lanzar una campaña por adecentar calles, paseos, aceras y avenidas de tanta suciedad como acumulan, y de la que en buena parte somos responsables sus ciudadanos, a los que habría que tratar de aleccionar, también, para que se interesaran por el aseo de su ciudad. También Zaragoza es una ciudad incómoda para sus transeúntes, con tanto mobiliario urbano como invade sus aceras, con tanto bache, tanto poste, con tanta baldosa levantada, con tanta dificultad para andar sin sobresaltos por la ciudad.

Señor alcalde, mantenga usted ese empuje que parece tener por hacer de Zaragoza una ciudad mejor, más agradable, más atractiva. Sin duda se lo agradecerán sus ciudadanos y nuestros visitantes. Y puede que hasta obtenga una buena cosecha de votos tras haber sembrado de flores muchos rincones de esta ciudad. Pueden parecer cosas sencillas y poco importantes, pero son la expresión indudable de que en el despacho de la alcaldía hay alguien de buen gusto y con amor por su ciudad. Ya iba siendo hora.

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