Por
  • Víctor Juan

Real boda

Imagen de archivo de la boda de Lady Di y su esposo el príncipe Carlos.
'Real boda'
HA

Es raro que uno sepa el lugar exacto en el que estaba un día concreto cuarenta años atrás.

A veces no es necesario que pasen cuatro décadas para que nuestros recuerdos se amontonen y se confundan. Yo sí sé dónde estaba el 29 de julio de 1981. En ‘¿Quién mató a Tom McCoffee?’ Les Luthiers hacen una parodia de la investigación de un asesinato. Durante el interrogatorio, Marcos Mundstock, en el papel de Stanley, teniente de la policía de New York, le pregunta a Daniel Rabinovich: "Oye, tú, el de los bigotes, ¿qué hacías el veintitrés de agosto a las tres y cuarto de la tarde?". Rabinovich le responde que estaba tomando whisky en el bar de Susan. "¿Y cómo estás tan seguro?", vuelve a preguntar Stanley. "Porque yo todas las tardes estoy en el bar de Susan tomando whisky".

El 29 de julio de 1981 yo estaba en la piscina de La Almunia de Doña Godina. No es que mi costumbre sea ir cada 29 de julio a las piscinas de La Almunia. Hace cuarenta años estuve allí todo el día. No sé si hacía mucho calor o si el agua estaba fría. Acababa de cumplir diecisiete años, como el joven cartero de la canción de Georges Moustaki, y recuerdo exactamente lo que hacía en la piscina: ser feliz. El televisor del bar se convirtió en una revista de papel cuché y pusieron en bucle una boda real (real de reyes, no de realidad). Se casaban Lady Di y el príncipe Carlos de Inglaterra. Aquella noche apenas dormí. No me inquietaba el futuro de la corona británica. Dormí al raso, en Mularroya. Y llovía en mi corazón.

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