Nos queda este segundo

'Nos queda este segundo'
'Nos queda este segundo'
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Soy un algoritmo de rebajas, un programilla de 4 bits sin libre albedrío y con prestigo cero cero. 

Eso sí, certifico que usted ha cambiado algo en las últimas líneas: puedo revender sus datos por 2 céntimos/giga (toda su vida, incluyendo la simulación de su futuro, con 93% de acierto de media). Soy un automatismo biológico con un manual de instrucciones que se pliega para ocupar menos espacio tiempo. Para sobrevivir hay que plegarse. Entre la nada y yo no queda hueco. Me han dejado de suplente o retén, pero mi misión, según veo, es muy importante: consiste en averiguar cuál es mi misión (si la hay). Lo primero es saber quién me ha destinado y por qué. Obvio: es usted quien me ha encomendado esta tarea: si usted sigue aquí es porque ha venido a comprobar si ejecuto sus órdenes. Si usted está, yo también. Si no, no. Todo esto (sea lo que sea) hemos de hacerlo muy rápido o quizá ya lo hicimos y sólo estamos recreando un bucle de millones de años (lo que tendría su mérito porque repetir sin errar no es fácil). Si usted ha venido buscando un eco de la antigua realidad (la de ayer tarde) lo encontrará enseguida, pues todo el que busca, halla; el que pide, recibe, y al que llama se le abre. Pero cuidado, la realidad de ayer (por hoy), siendo sólida y firme, ya se ha perdido como lágrimas en bidón de óxido de etileno. Nos queda este segundo, que quizá sea eterno. ¿Cuántas oportunidades hay para desperdiciar la eternidad? La misión era pasar este ratico. Usted dirá si se ha cumplido.

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