Por
  • José Badal Nicolás

Caras nuevas, problemas viejos

El nuevo gabinete del ministros del Gobierno de Pedro Sánchez
'Caras nuevas, problemas viejos'
Agencias

El presidente Sánchez Pérez-Castejón, tras los últimos avatares ocurridos en la política nacional, que a medio plazo amenazan con privarle de su juguete favorito, la poltrona de primer ministro, y por la que está dispuesto, no ya a mentir una vez más con total descaro, sino a hacer cuantas piruetas políticas sean necesarias, ha optado por remodelar el Ejecutivo sin esperar a más contratiempos, sentando caras nuevas a la mesa del consejo de ministros con el propósito de capear el temporal, encauzar el resto de la legislatura y seguir experimentando la excitante sensación de poder más que el poder per se.

Sus continuas falacias pronunciadas con rostro pétreo, fruto de su patológico apego a la mentira, la desastrosa gestión de la pandemia junto con las sospechosas compras de material sanitario, el inaudito e inexplicado caso ‘delcygate’, el escándalo del rescate de la aerolínea Plus Ultra, los turbios tejemanejes y claudicaciones con las conocidas sanguijuelas patrias, el desastre de nuestra política exterior, nuestro escaso peso y liviana presencia en el concierto internacional, el progresivo deterioro de nuestra economía nacional, su afán de minar la independencia judicial, el bochorno de los indultos, el batacazo electoral del pasado 4 de mayo en la capital del reino y los patéticos 29 segundos de susurros al oído del máximo mandatario estadounidense, son hechos grávidos que han dejado honda huella en su ánimo y que han llevado "al muerto a liberarse de sus pesos muertos" (en palabras de Jesús Cacho).

Pedro Sánchez ha remodelado su Gobierno con el objetivo de asegurar su permanencia en el poder

Ante el notorio desgaste de su acción política y el preocupante cariz que reflejan las encuestas, que muestran una alarmante merma de la confianza que algunos depositaron en su día en "Pedro", en "Su Sanchidad" (como lo llama Ángel Expósito), el presidente ha tenido a bien conformar un nuevo gabinete y regalarse un gineceo, quiero pensar que para enderezar el torcido rumbo del buque España e iniciar la recuperación de la economía nacional, contando con el maná en forma de fondos europeos recién aprobados por el Ecofin.

Hay caras nuevas, pero también subsisten muchos problemas viejos. Sin duda, la mujer ha ganado presencia en el otrora restringido club de varones y ahora son ya 14 féminas las que se sientan en torno a la recuperada mesa oval del salón de Moncloa en donde se da cita el inflado y oneroso gabinete de ministros (integrado por 22 miembros, varios prescindibles). Lamentablemente, por mor de las obscuras componendas entre los socios del gobierno frankestein, las carteras con competencias en educación, universidad, ciencia e investigación, no se han concentrado en una sola, de suerte que siguen siendo tres a cargo de un misterio y de dos debutantes en la corte. El misterio lo sigue encarnando el actual ministro de Universidades Sr. Castells, de quien no conocemos logros reseñables y de cuya existencia real dudamos muchos por pensar que más bien es un holograma. A la espera de una nueva ley de universidades (¡que el cielo nos asista!) poco podemos decir de un personaje tan evanescente como su inaprehensible trabajo.

Lamentablemente, las competencias en educación, universidades y ciencia y tecnología siguen estando dispersas en tres ministerios distintos

Una de las caras nuevas del Ejecutivo es la aragonesa Pilar Alegría, diplomada en Magisterio y ministra de Educación y Formación Profesional, quien va a tener que lidiar con la ampliamente contestada ley de educación de la felizmente apartada señora Celáa y esmerarse en diseñar una formación profesional de calidad. Falta saber si posee suficiente enjundia para estos retos. Su currículum revela que es una señora volcada desde siempre en el trabajo de partido, aunque con experiencia de gestión por su pasada condición de consejera de Innovación, Investigación y Universidad del Gobierno de Aragón. La otra cara nueva es Diana Morant, ingeniera de telecomunicaciones, nombrada ministra de Ciencia e Innovación en sustitución del ministro astronauta Pedro Duque, que desde su unción ha permanecido en órbita sin conseguir enterarse a fondo de los asuntos puestos en sus manos. A fuer de ser sincero, debo decir que el exiguo currículum de la ex-alcaldesa de Gandía solo refleja su andadura política dentro del grupo socialista, lo que a priori me hace dudar de su pericia para encargarse de asuntos tan importantes para el desarrollo y bienestar de nuestro país, como una buena ley de la ciencia y el incremento sustancial de la inversión en I+D+i. En todo caso, les deseo a ambas el pleno acierto en el desempeño de sus nuevos empleos. Todos nos beneficiaríamos de ello.

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