Los retos de la ministra Alegría
La comunidad educativa aragonesa pide a Pilar Alegría diálogo y consenso para alcanzar un pacto de Estado por la educación.
A nivel nacional, la principal reclamación del sector es también que la nueva ministra tenga «más capacidad de diálogo» que su antecesora en el cargo, Isabel Celaá. Esta voluntad de interlocución debe auspiciar un gran acuerdo sobre la enseñanza que mejore su calidad, que dé estabilidad pedagógica y legal al modelo, que deje a un lado las diferencias partidistas y que tenga en cuenta que las familias y el entorno social son elementos esenciales del sistema.
Patronal, sindicatos y asociaciones de padres y madres en Aragón esperan que Pilar Alegría traslade a Madrid la «convivencia pacífica» que viven la escuela pública y la concertada en la Comunidad y que sea capaz de sellar un acuerdo similar al que se alcanzó por la Ciencia durante su etapa como consejera de Innovación. Necesitará mucha capacidad negociadora para mejorar, en su paulatina aplicación, la Lomloe, la octava reforma educativa desde la restauración de la democracia y más conocida como ‘ley Celaá’, muy contestada por sus ataques a la educación concertada y a un subsector tan sensible como es la educación especial. Este será su principal reto, sin desdeñar el impulso que la Moncloa le quiere dar a la Formación Profesional y las reivindicaciones que plantean los sindicatos: incremento en la inversión, negociación del Estatuto Docente y estabilización del empleo.
Después de más de cuatro décadas de democracia, España sigue necesitando un pacto educativo que termine con los vaivenes pedagógicos, el desbarajuste legal y la escasa valoración social de los docentes. El debate sobre la enseñanza debe despojarse de los elementos de disputa ideológica que con frecuencia emborronan las decisiones políticas sobre este sector. Si hay un ámbito que exige una política de Estado, ese es el de la educación.
