Fingida normalidad

Portavoz del Gobierno de España
'Fingida normalidad'
EFE

La rueda de prensa en la que la ministra portavoz del Gobierno dio cuenta de la reunión, el pasado martes, entre Pedro Sánchez y Pere Aragonès quedará en los anales como un modelo de confusión. 

La intervención de María Jesús Montero se perdió entre tópicos, simplezas y torpeza expresiva. Lo único que quedó meridianamente claro fue el empeño que tenía la Moncloa de eludir el asunto político fundamental que estaba en el trasfondo de la reunión: la insistencia de la Generalitat en sus exigencias anticonstitucionales. Montero se esforzó por salirse por la tangente y por dar a entender una ‘normalidad’ en el encuentro que era puramente fingida, como todo el mundo había podido ver unos minutos antes siguiendo la diáfana declaración de Aragonès. 

Lo cierto –y lo que la ministra no abordó– es que después de los indultos las posiciones de los independentistas no se han movido ni un ápice. Y, por tanto, ni la normalización política de Cataluña ni la concordia civil han avanzado, de momento, ni un solo paso. Es más, ya exigen al Gobierno nuevas medidas de gracia que serían verdaderos torpedos contra el Estado de derecho, como la manipulación del procedimiento del Tribunal de Cuentas o los ‘indultos preventivos’ para quienes han huido de la Justicia. 

De paso, la reunión nos dejó a los aragoneses una desagradable sorpresa, el ninguneo de nuestra Comunidad, al parecer avalado por el Gobierno central, en la candidatura para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030, un proyecto todavía en ciernes pero que Sánchez y Aragonés ya han bautizado a gusto de Cataluña y sin contar con Aragón. Una humillación en toda regla.

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