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  • Heraldo de Aragón

Cartas al director de HERALDO: 'Vivir en el pueblo'

Leciñena
'Vivir en el pueblo'
Laura Uranga

'Vivir en el pueblo'

Pasado el ecuador del préstamo que por longevidad se nos atribuye en la vida, nos aferramos a saborear cada minuto que se nos regale. 

Hacemos un recorrido retrospectivo, reconociendo nuestros aciertos, nuestros errores, y la balanza se inclina hacia el lado esperado. Los que tuvimos que quedarnos, por las circunstancias que fuera, en el entorno rural, nunca nos arrepentiremos de ello; hemos ido creciendo a la vez que nuestro pueblo, intentando que la esencia que nos legaron permaneciera, para no perder nuestras raíces. Así mantenemos nuestras tradiciones a la vez que vamos modernizando todo el entramado social y urbanístico. Recuerdos que se agolpan en la memoria, historias que nos contaban nuestros mayores, sentados en cualquier esquina, apoyados en su gayata, consumiendo un cuarterón, prendido con un chisquero de mecha; ellos eran el noticiero y nosotros el disco duro, donde guardábamos las historias. Ya no hay quien llene las esquinas y, en vez de abuelos con boina, ahora suenan móviles que nos indican que los tiempos van avanzando. Si las ciudades son edificios, los pueblos son las ventanas de esos edificios, por donde entra la brisa para respirar, y el mirador al que asomarnos para sentir la naturaleza. Hoy más que nunca, vivir en el pueblo, hasta agotar lo que nos quede de préstamo, merece la pena.

Fernando Marcén Letosa. LECIÑENA (ZARAGOZA)

'El diseño de la plaza de Santa Engracia'

Las noticias sobre la evolución de la covid son esperanzadoras. Quizás pronto podremos entonar el «what a wonderful world» de Louis Armstrong. Mientras tanto, podemos aplicar su inolvidable canción a la plaza de Santa Engracia recién inaugurada a la vera de la basílica. «I see trees of green», veo árboles verdes, cantaba Armstrong. Y en nuestro caso, es cierto que el perímetro de la plaza compuesto de arboles históricos ha quedado realzado, sin embargo la cabida de la misma está muy escasa de verde y de otros complementos que se alcen sobre el pavimento. La jardinería y otros complementos ofrecen muchas soluciones para rellenar obras de este tipo y evitar que la plaza sea ‘dura’. Sugiero algo: En la confluencia de Constitución con León XIII hay un breve espacio que se ha llenado con una sencilla fuente cilíndrica de piedra rodeada de seto de alibustre. Por otra parte, hace pocos años en la plaza de Santa Engracia había un realce en verde sobre el que descansaba un reloj cuyas horas eran señaladas con sencillos matojos de plantas y flores, algo muy original y muy verde. Idéntico al que hay en Ginebra a orillas del lago Leman. Periódicamente se cambian los matojos y flores y cambia el colorido. Quizás podría pensarse en su posible reinstalación. Un acierto: Costa estará contento pues su busto se ha puesto en su calle. Vamos a ver cómo resulta la plaza con el tiempo, ya que siempre se pueden hacer correcciones. Pero corren tiempos en que lo verde es hermoso. Este criterio está presente en muchas iniciativas del mundo de una manera apremiante frente a la carbonización y al desierto. Tiene que ver con el cambio climático, las energías renovables, la sostenibilidad, etc. Hoy se habla mucho de biofilia, la necesidad de conectar con la naturaleza.

Francisco Javier Esteruelas Hernández. ZARAGOZA

'Homo digitalis'

La era digital o cuarta revolución industrial comenzó a finales del siglo pasado. Nos hablan del ‘homo digitalis’. Pero, atención, cualquier innovación siempre se ha anunciado como una revolución, incluso como un nuevo paradigma, cuando en realidad no son tales, se pueden rastrear a lo largo de la Historia. ‘Nihil novum sub sole’, decía Salomón mil años antes de Cristo, nada nuevo bajo el sol. La era digital ya fue materia troncal en la filosofía para la escuela pitagórica, siglo VI a. C. Pitágoras afirmaba que la naturaleza estaba escrita en lenguaje matemático, que todo lo que sucedía en el universo tenía una causa y esa causa un número. De ahí, la era ‘digital’ toma el término del latín ‘digitus’, que significa número y dedo. Hicieron sagrados los cuatro primeros, la ‘tetraktis sagrada’, que sumados eran 10, el número perfecto y universal que significaba el universo. Este podría expresarse en una gran ecuación, cada universo del multiverso sería una ecuación parecida o diferente. Aristóteles nos relata que para los pitagóricos el universo era armonía y número, el cielo era una escala musical y un número. Influido por ellos, Platón habla de música de las esferas celestes, y la templanza en la salud se contempla como una sana armonía. De la escuela pitagórica salieron los más importantes científicos griegos, como el médico Hipócrates, el geómetra Euclides, Eratóstenes de Cirene, que midió el radio de la Tierra. Hasta Einstein y su teoría de la relatividad están influenciados por los pitagóricos. Pitágoras no fue consciente de todo lo que sus teorías implicaban. La Creación podría ser una combinación de dígitos (algoritmo), y es nuestra labor hallar ese algoritmo creador y divino, padre del orden cósmico que percibimos. Hasta el momento es una intuición indemostrable y reto para nuestras capacidades futuras.

Isidoro Berdié Bueno. ZARAGOZA

'Desde el martes, al sol'

Así nos dijo la chavalería que va a pasar en su instituto la última semana, como premio a haber sido buenos estudiantes y haber aprobado todo. Las aulas se reservan a los que tienen que recuperar. La otra opción es dejar que no asistan desde el día 15 de junio, o sea, una semana antes de que acabe oficialmente el curso, siendo educación obligatoria. Como ya tenemos las notas, si los mandamos al instituto los van a castigar en el recreo al sol –en su cuadrante, que estamos en pandemia– toda la mañana. Por buenos estudiantes. Así las cosas, dejarlo en casa solo, mal. Mandarlo al insti y que venga con una insolación, mal. ¿Y dónde reclamamos los padres? Estoy por llamar a la tutora para que le suspenda algo, ¿o qué?

Silvia María Vicente Oliva. ZARAGOZA

'Gracias, señor Mairal'

Te nos fuiste sin decirnos nada, poco a poco. A ti, marido, padre y abuelo, gracias. Gracias por darnos la vida. Gracias por ser como fuiste. Gracias por ayudarnos en todo. Gracias por guiarnos, aconsejarnos y confiar en nosotros. Gracias por saber y conocer de tu historia por la vida. Gracias por vivir contigo momentos entrañables. Gracias por cuidar de nosotros y saber escucharnos. Gracias por tu ejemplo y por haber podido compartir tu vida con nosotros. Gracias, con mayúsculas, allá donde estés. Seguro, tu estrella y tu presencia brillarán siempre en lo más alto de ese cielo y en lo más profundo de nuestros corazones. Descansa en paz.

Juan José Mairal Herreros. SABIÑÁNIGO (HUESCA)

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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