Ajetreo y agobio

El accidente ocurrió en el Paseo Constitución.
'Ajetreo y agobio'
Oliver Duch

Sobresaturación angustiosa de tareas inútiles. 

Burocracia y papeleo. ¿De qué podemos prescindir para no colapsar tanto? Es inútil: la cultura del ajetreo está implantada hasta la bola. Se trata de una alta intensidad en múltiples líneas de pensamiento e inacción. Excepto repartidores, que mueven todo cada día. Por cierto, el colapso en los puertos del mundo se prolonga. Hay atasco. ¿No nota que su chuchería o persona preferida no llega o viene con retraso? La logística se ha parado un poco, que es mucho. ¿Acaso, como siempre sospechamos, hay una relación entre esto y lo otro y lo de más allá? ¿Cómo saber qué hacer y qué posponer cuando todo urge a la vez y nada funciona del todo?

Entre el ajetreo y el agobio hay un trecho. La productividad es cero cuando no se sabe qué hacer, aunque de la inacción tensa y del roce de monopolios pueden surgir proyectos que fructifiquen en el futuro ya obsoleto. ¿Cómo medir las ideas que no salen pero remugan? De momento, en Zaragoza, ciudad inmortal, sería bueno que dieran un poco más de tiempo a los peatones para cruzar el Paseo de la Constitución, pensado para coches y atletas. Cada día decenas de personas prefieren jugarse la vida cruzando en rojo y en curva antes que sufrir el estrés de la eternidad. El ajetreo está sobrevalorado. Y el agobio, más. 

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