Se han hecho grandes vaticinios sobre las muchas cosas que la pandemia cambiaría para siempre. 

Entre los más repetidos, que el teletrabajo ha llegado para convertirse en la norma. Sin embargo, no parece que eso sea lo que está sucediendo. No sé si hay estadísticas, pero la evidencia anecdótica sugiere más bien que en la mayoría de las empresas, a medida que la covid remite, se va volviendo a trabajar en la oficina, aunque se mantengan algunos núcleos de trabajo a distancia.

Y en ese sentido apuntan también las opiniones de algunos directivos de grandes compañías. James Gorman, máximo ejecutivo del banco de inversión Morgan Stanley, exhortaba hace pocos días a sus empleados, a través de unas declaraciones en el ‘Financial Times’, para que volvieran a la oficina. No era una exigencia inmediata y drástica, pero les hacía notar que si querían cobrar los salarios de Nueva York, tenían que trabajar en Nueva York, y no desde lugares más relajados. Y añadía que acudir a la oficina y trabajar rodeado de los compañeros es especialmente importante para los empleados más jóvenes: es en la oficina donde enseñamos y donde se aprende, decía.

Parecida posición en favor del trabajo presencial expresó la semana pasada, en el Círculo de Economía de Barcelona, Ana Patricia Botín. La presidente del Banco Santander defendió la necesidad de "estar juntos para crear". El teletrabajo tendrá pues su lugar, pero parece que en el mundo de los negocios se siguen apreciando las ventajas del contacto humano. Mejor.