Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Jefe de Economía de HERALDO DE ARAGÓN

Nueva vida a las mascarillas

Cristina Crespo, este viernes, antes de recibir la condecoración.
Cristina Crespo, este viernes, antes de recibir la condecoración.
Tomás Nieves

Nunca imaginamos que tendríamos que llevarlas a diario, pero las hemos incorporado a nuestra vida cotidiana con disciplina, conscientes de su utilidad para evitar más contagios de coronavirus. Las mascarillas se han convertido en elemento de gran protagonismo público durante la pandemia con una presencia que no se irá del todo pese a que, por fin, podamos desprendernos de ellas en espacios abiertos.

En realidad, los cubrebocas continuarán muy presentes en el día a día y las fábricas que se han instalado en España tras la expansión de la covid-19 cuentan con seguir produciendo para atender una demanda que puede bajar ligeramente al mejorar el control del virus, pero no demasiado.

Esta realidad obliga a pensar en cómo reciclar un material tan abundante, cómo darle una nueva vida, articulando mecanismos de economía circular que encajen con políticas más amigables con el medio ambiente.

En el Instituto Tecnológico de Aragón (Itainnova) lo han hecho. Una mascarilla usada, sea FFP2 o quirúrgica, podría llegar a convertirse en una pieza pequeña de un automóvil o de un juguete, en macetas domésticas, en fundas para los propios cubrebocas y hasta en hilo para las impresoras 3D.

El proyecto se llama Masamask y lo pilota la doctora e investigadora zaragozana Cristina Crespo, que dirige el equipo de Materiales y Componentes de ese instituto y que fue una de las 24 personas que recibió el pasado viernes de manos de Felipe VI la Medalla al Mérito Civil. «Estamos todavía a nivel laboratorio pero en el buen camino», reconoció en una entrevista publicada en este diario el pasado sábado, en la que reseñó que está en contacto con empresas de Canarias que han diseñado un sistema de recogida de las mascarillas y con clientes de Inglaterra que fabrican cubrebocas y quieren reutilizarlos.

Para Itainnova, la concesión de la Medalla «reconoce la búsqueda de soluciones a un nuevo desafío planteado por la covid, unido al cambio climático» y pone el acento en la importancia de reducir el uso de productos contaminantes. Una mascarilla, apunta, puede tardar hasta 400 años en descomponerse. «Actualmente, el 80% de la basura que se encuentra en nuestros mares y océanos es plástico», recuerda.

La distinción otorgada por el Rey viene a reconocer, asimismo, el trabajo que realiza el Instituto Tecnológico de Aragón, entidad que ejerce de algún modo como el departamento de I+D de muchas de nuestras empresas.

No es esta organización, dirigida hoy por Ester Borao, aquel Aragon Institute of Technology (AIT) imaginado en la campaña promocional viral de la película ‘Inteligencia artificial’, de Steven Spielberg, en 2001, que hablaba de «el mejor y más avanzado centro tecnológico del mundo». Pero nadie duda de su prestigio y, sobre todo, del buen hacer en el impulso de la innovación entre pymes aragonesas de muy diversos sectores de actividad.

En las últimas semanas, de hecho, en estas páginas hemos reseñado actuaciones de apoyo a proyectos empresariales como una plataforma de Internet de las Cosas basada en luminarias ‘inteligentes’ para la industria 4.0 y ‘smart cities’ de la compañía ejeana LED5V, o el desarrollo de un potenciómetro para bicicletas eléctricas de la ‘start up’ Bikone, surgida de las entrañas de otra empresa que trabaja desde hace muchos años con Itainnova, Fersa Bearings. Ambos son ejemplos de iniciativas que vale la pena respaldar, como la que tiene en marcha el equipo que trabaja en el reciclaje de mascarillas, muy bien valorado por los Reyes.

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