El lado equivocado

Aránzazu Gasca Andreu, en su clase de Física y Química en el IES Miguel Servet de Zaragoza
'El lado equivocado'
Toni Galán

El ser humano es de ideas fijas. 

Pese a las apariencias, también lo son el individuo voluble, una forma plural de ser cabezota, y el oportunista, empeñado en ir siempre a favor de la corriente. Cada cual se empecina a su modo. Así, hay personas que nunca se rebelarán contra lo que les inculcan sus mayores, mientras que otras sí se oponen a la tradición, pero para acabar adoptando otra ortodoxia monolítica, que puede ser el último grito contemporáneo, proceder del pleistoceno, o ambas cosas a la vez.

Otro empecinamiento frecuente consiste en alinearse siempre con el progreso, evitando incurrir en lo que el economista Albert Hirschman llamó "retórica de la intransigencia". Esta manía incorpora el narcisismo de querer salir bien en el álbum de fotos de la Historia, procurando no figurar nunca en el lado retrógrado, lo cual no siempre es fácil, ya que es habitual que lo caduco se disfrace de novedad, y viceversa. Por eso, hay individuos que, siendo de natural reaccionario, en su día parecieron progresistas, y a otros les pasa justo lo contrario.

Por otra parte, hay un tipo de maniaco progre que, obsesionado con una idea, está presto a inmolarse por ella, aunque ello implique pasar por retardatario. Es otra forma de tozudez. A mí me pasa, por ejemplo, al defender, frente a la ola digitalizadora actual, las conferencias sin diapositivas y, sobre todo, la docencia presencial.

Creo que pronto será un maravilloso privilegio educarse en campus físicos, pero algo me dice que esta vez saldré en el lado equivocado de la foto. Qué le voy a hacer, si soy de ideas fijas.

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