Por
  • Carmen Magallón

Masculinidad tóxica

Opinión
'Masculinidad tóxica'
Pixabay

La proliferación de asesinatos de mujeres y de sus hijas e hijos, por parte de hombres considerados normales en su entorno, lleva a pensar que estos comportamientos están anclados en una normalidad cultural a la que puede calificarse de patológica, aunque parezca un contrasentido: normal por la frecuencia de casos y porque los perpetradores caen dentro del hombre medio y patológica por su violencia. 

¿Dónde se produce y realimenta esta normalidad patológica que desemboca a veces en patologías individuales (asesinos, violadores...) o sociales (recurso a la guerra, al terrorismo, etc.)? Es la desigualdad, sí, pero la violencia contra las mujeres continúa también en los países cuyas leyes reconocen la igualdad entre hombres y mujeres. Lo que lleva a pensar que esta violencia es la manifestación extrema de una interiorización de la desigualdad entre los sexos situada en pliegues más profundos de la cultura, el resultado de una guerra de identidad que concierne a los hombres. La sociedad tendría que invertir más esfuerzos y recursos en investigar cómo se reproducen estas masculinidades tóxicas. Además, el cambio de los varones que ya se da habría de visibilizarse, para que trascienda culturalmente. Muchos hombres de nuestro entorno son sensibles, empáticos y cuidadores, son ya un nuevo tipo de hombre. Pero este modelo apenas tiene visibilidad social, de modo que nuestros adolescentes siguen alimentándose en gran medida con los grandes mitos de la fuerza y la dominación masculina.

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