Una cosa o la otra

Una barredora, el domingo en la calle del Temple de Zaragoza.
'Una cosa o la otra'
Francisco Jiménez

Hay que empezar a entrenarse para ir sin mascarilla por la calle, que no va a ser fácil, aunque sí sencillo. 

Ahora se puede hablar a gritos yendo solo por la calle pues todos suponen que hablas por el móvil. Esta licencia de hablar a gritos en público es una conquista de la tecnología. Igual que ir a toda leche en patín eléctrico o en patines de ruedas o en bici sorteando peatones hasta que matas a uno. El otro día en Huesca, por ejemplo. Parece que las autoridades ignoran o bendicen esta modalidad de slalom peatonal. También es raro que den tanto la monserga con el cambio climático (CC) y permitan que las barredoras y otros artilugios a gasoil circulen entre la ciudadanía echando CO2, ruido y otras toxinas: si no hay dinero para cambiar a máquinas eléctricas al menos que cambien los rótulos. Por ejemplo, en vez de ‘Zaragoza limpia’, que ponga lo mismo que en las cajetillas de tabaco. El marketing a veces es duro de trasegar. Hay empresas e instituciones en China que pregonan sus ODS, pero machacan a sus empleados.

Una cosa o la otra. Si la barredora emite tufarra de CO2, al menos que no lleve en el lomo la palabra ‘limpia’. La expresión ‘conciliación familiar’ habría que cambiarla por las mismas frases que pone en las cajetillas de tabaco, etc.

Por lo demás todo bien, o incluso mejor, excepto que manden lo contrario, que a veces ha pasado. Vuelve el turismo por goteo, despierta el zombi que llevamos dentro. Hay que ir practicando la retirada de la mascarilla, pero con tiento: algo protege del CO2. 

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