Por
  • David Serrano-Dolader

Pitorreo ¿educativo?

Calendario escolar en Aragón
'Pitorreo ¿educativo?'
HA

Menuda polémica se montó en su día (no hace mucho de la pelea) entre DGA, sindicatos, profesores y padres a propósito de la conveniencia o no de recuperar dos días lectivos perdidos en la Comunidad por culpa de la borrasca Filomena. 

Cada uno hizo su propio sayo de sus diversificados (y, en ocasiones, respetables) intereses. Ahora, se tiran a la basura tres semanas lectivas y ni unos explican ni otros protestan ni nadie informa. El guirigay montado por esos dos días ocupó portadas; el subrepticio robo de 15 días lectivos que ahora se está produciendo casi ni se menciona. Para mí, amén de vergonzoso e inexplicable, es sencillamente indignante.

Resulta que en los institutos de Aragón este año los exámenes de septiembre se adelantan a junio, lo que –con una bonita acronimia– ha dado en llamarse ‘juniembre’. Resultado: en muchos institutos los alumnos no suspendidos (que, por suerte y tino, son con diferencia los más numerosos) tienen la evaluación hasta tres semanas antes de acabar el curso. ¡Quince días lectivos a la basura! Y aquí no hay Filomena que valga.

Nos toman por tontos y lo peor es que, dado el silencio reinante, a veces creo que lo somos. Las cosas, si se explican, pueden llegar a entenderse (en este caso, ni eso). Pero, si no se explican en absoluto, se convierten en simple dictadura de un sistema educativo anquilosado, paupérrimo, finiquitado y falaz. Es duro pero es así.

Muchos indignados padres con los que he hablado me han mostrado su acuerdo pero, acomodados en la comodidad de no mojarse, asumen sin más que las cosas ‘son’ así. Pues no señores, no; las cosas no son así, simplemente ‘están’ puestas así. ¡Que no es lo mismo! Si alguien te abofetea y no protestas, tienes muchas posibilidades de que, a la vuelta de la siguiente esquina, te caiga otra torta. Me explico, ¿verdad?

Refresco las mentes de los amigos lectores. A principio del curso, una de las preocupaciones de todos los estamentos implicados en la juerga educativa era cómo y cuándo recuperar la notable parte de materia y de conocimientos que habían quedado en el aire del curso anterior por la incidencia de la no presencialidad en las aulas. Por cierto, que las clases no presenciales fueron más ‘no clases’ que propiamente ‘no presenciales’. Pero esa es otra historia… igualmente triste y olvidada. Pues ahora resulta que nos habíamos hecho un lío y que lo que realmente ocurre es que, como demuestran estos ‘juniembres’, nos sobraban en el calendario lectivo más días que longanizas. No puedo entender de otra manera que –con nocturnidad, alevosía y absoluta carencia de información– los padres veamos que tres semanas antes de acabar el curso nuestros chicos y chicas ya hayan hecho todos los exámenes, ya hayan sido evaluados, ya sepan que el resto de la materia no ‘entra’ para examen alguno… y se predispongan (quizás con razón) a no ir más a clase.

Después de la polémica que se montó a propósito de la conveniencia de recuperar dos días lectivos perdidos por culpa de la borrasca Filomena, ahora se tiran
a la basura tres semanas lectivas sin explicaciones ni protestas 

No tengo conocimientos suficientes como para saber si es educativamente adecuado cambiar los exámenes de septiembre a junio (apenas unos días después de haber suspendido esas mismas materias en las que no han llegado al cinco), pero sí tengo conocimiento como para saber valorar que tres semanas desaprovechadas solo pueden indicar dos cosas. O bien que no se han sabido organizar las cosas ni explicar las novedades. O bien que, en el fondo, se nos está dejando caer subliminalmente que (en contra de todo lo que se ha explicitado en estos últimos años) los días lectivos previstos son objetivamente excesivos.

Si tengo manzanas en casa y me permito el lujo de tirar tres a la basura será porque sé que con las quince que me quedan estaré bien alimentado. Yo agradecería que el frutero me dijera que vale de poco comprar muchas manzanas si luego varias de ellas reposarán en el cubo del compost.

Como me gusta más la educación que la fruta, todavía más agradecería que alguien me explicara este galimatías. Tengo buena voluntad para escuchar e incluso para asumir razones por mí desconocidas. A pesar de ello, estoy cada día más convencido de que, si no nos explican las cosas, es porque saben que hay cosas que son sencillamente inexplicables para el común de los mortales.

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