La prueba de evaluación para el acceso a la universidad (Evau) es un paso trascendente en la vida de los miles de chicos y chicas que cada año se presentan. 

Si a ellos hay que pedirles rigor y esfuerzo en su preparación, el sistema educativo debe a su vez responder con una organización impecable y un trato justo. En tiempos de una pandemia que todavía no hemos dejado atrás, es fundamental que se apliquen las necesarias medidas de seguridad.

Desde mañana y hasta el jueves, alrededor de siete mil jóvenes aragoneses se enfrentarán a uno de los momentos decisivos de su vida. Es en cierto modo un ‘rito de paso’ en el camino hacia la edad adulta; pero sobre todo la Evau será la llave que les abrirá la puerta de la educación superior, una oportunidad para la formación y el desarrollo personal. El examen acarrea nervios en las semanas previas, que muchas familias viven incluso con una cierta tensión, sin embargo presentarse a él y superarlo supone una muestra de madurez. 

Por segundo año consecutivo, el desarrollo de la Evau se verá afectado por las condiciones que impone la pandemia. Al menos este curso, a diferencia de los últimos meses del anterior, las clases del bachillerato han sido presenciales, lo que debiera redundar en una mejor preparación. Está previsto que los exámenes tengan lugar en 84 emplazamientos diferentes de la Comunidad, una dispersión que ayudará a mantener la distancia de seguridad; asimismo se aplicará un estricto protocolo sanitario, incluidas medidas de ventilación en las aulas. El sistema de acceso a la universidad no deja de suscitar polémicas, sobre todo por las diferencias en los temarios y los criterios de valoración en las diversas autonomías. Aragón, a diferencia de otras comunidades, no permitirá presentarse a la Evau con asignaturas suspendidas; lo que parece lógico. Los jóvenes deben asumir que es el trabajo y el esfuerzo personal lo que les permitirá avanzar en su camino formativo y profesional.