Nostradamus

Opinión
'Nostradamus'
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Michel de Notre Dame, más conocido como Nostradamus, era un francés de la Provenza, boticario, a quien la posteridad ha convertido en astrólogo y profeta siniestro, pues no hace más que predecir males y catástrofes.

Quizá porque él mismo sufrió pestes y calamidades, llevó mala vida y se dedicó a dejar escritos cabalísticos y crípticos que lo han convertido en un augur discutible y discutido; pues unos exégetas hablan de él con atolondrada fe en sus vaticinios buscando tres pies al gato en su farragosa literatura mientras que otros lo tachan de simple embaucador. La cosa es que según algunos Nostradamus predijo cosas que han sucedido a lo largo de estos últimos siglos –él vivió en el XVI– si interpretamos rebuscadamente sus escritos. Es decir, apostó por el futuro.

El Gobierno ha encargado a un grupo de académicos un grueso trabajo de prospectiva

Como ahora lo ha hecho el Gobierno con ese panfleto que se llama ‘España 2050. Fundamentos y propuestas para una estrategia nacional de largo plazo’. Mamotreto de 675 páginas y de no fácil digestión que se propone hacer un dibujo de lo que sería nuestro país en la mitad de este siglo. Algo así como un sucedáneo de Nostradamus en tiempos de tecnología y cambio climático.

Se trata de un esfuerzo de prospectiva inducida pues se proponen los caminos que habrían de llevarnos a las conclusiones que conformarían esa España difusa del 2050, pues al final no sabe uno bien a qué carta quedarse; ha faltado quizá algo más de imaginación a sus redactores, ese centenar de intelectuales y académicos que han permitido al Gobierno apoderarse de su trabajo y que al parecer se han dedicado más a buscar miles de citas que a ofrecer soluciones asequibles y concretas a los problemas que nos aquejan.

Quizás haría mejor aplicándose a resolver los problemas que nos aquejan ahora mismo

Me parece bien ese trabajo de diletancia, pero hubiera preferido que el esfuerzo se hubiera centrado más en las cosas de comer, es decir, en la búsqueda de soluciones para los graves problemas que tenemos encima a muy corto plazo. Tras aquel famoso informe del Banco Mundial sobre España de 1959, se redactó el plan de estabilización para la economía española y los subsiguientes planes de desarrollo, que pusieron los cimientos para una economía próspera y abierta a Europa y al mundo. Años más tarde, después de la crisis del petróleo, con una inflación galopante y una España económicamente postrada, se firmaron los Pactos de la Moncloa, base para la prosperidad que hemos vivido muchos de estos últimos años. Tenemos, pues, experiencia de cómo trabajando con consenso somos capaces de salir adelante y no a muy largo plazo.

¿Por qué ahora hemos de mirar al año 2050 donde no se nos ha perdido nada, y no ponemos todo nuestro empeño en resolver las urgencias que tenemos ahí delante y nos explica el Gobierno qué va a hacer, cómo, cuándo y dónde? A veces, es el bosque el que no nos deja ver los árboles. Y que el futuro no nos impida ver el presente.

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