El único fantasma que hoy recorre Europa es el desengaño ante una izquierda sin respuesta ideológica a los desastres del presente". 

Así de contundente era el profesor Jordi Gracia en su ensayo ‘Contra la izquierda. Para seguir siendo de izquierdas en el siglo XXI’ (2019). Tres años más tarde, también ese fantasma se desvanece, como se difuminó aquel con el que Marx y Engels comenzaban el ‘Manifiesto Comunista’ (1848): "Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo".

Hoy, el epicentro del debate ya no es la parálisis de la socialdemocracia ni el anquilosamiento de los conservadores. El clásico marco de referencia que divide el espectro político en derecha e izquierda es incapaz de explicar muchos de los acontecimientos de nuestra época, desde el ‘brexit’ a la reciente victoria de Isabel Díaz Ayuso y el sorpaso de Más Madrid sobre el PSOE. Del mismo modo que la campaña a favor de la salida británica de la UE triunfó porque arrastró a numerosos laboristas, la líder madrileña ha sabido conquistar a muchos votantes ajenos al PP. Así lo ha explicado el filósofo Fernando Savater (un socialdemócrata confeso, que impulsó Ciudadanos y declara que ha votado a Ayuso): "Creo que afortunadamente hoy muchos jóvenes ya no sienten el yugo político como compromiso con mitos –izquierda, derecha, ¡ar!...– sino como ventana de oportunidad histórica".

¿Qué hay, pues, en estos momentos en el centro del tablero político? Junto al eje izquierda-derecha, descolla uno post-materialista ligado a la ecología. Si los dos grandes países europeos y motores de la UE, Alemania y Francia, tienen también la capacidad de marcar tendencias, su mensaje es que el coronavirus acelera la ‘revuelta verde’ que ya se había podido entrever. La crisis sanitaria ha sido un anticipo de lo que puede pasar con el cambio climático y los ciudadanos han tomado conciencia de ello. Con el confinamiento, muchos se han dado cuenta de la importancia de contar con espacios verdes, silenciosos y limpios, o de consumir productos de proximidad, o de tener más seguridad sanitaria y energías limpias…

Las pruebas del auge de la ideología verde las proporcionan las citas electorales. En 2019, la ola golpeó con fuerza en las elecciones al Parlamento Europeo, en las que pasó de 50 a 74 eurodiputados. En 2020, el partido francés Los Verdes, aliado con formaciones de izquierdas, fue el vencedor en las municipales. En 2021, a cuatro meses de las elecciones para sustituir a Angela Merkel, las encuestas dicen que por primera vez en la historia Alemania puede estar dirigida por una canciller verde. Además, están gobernando en coalición en Austria, Bélgica, Luxemburgo, Finlandia, Suecia e Irlanda. En España, tras el éxito de Más Madrid Verdes-Equo en las elecciones madrileñas del 4 de mayo, el partido que lidera Íñigo Errejón aspira a consolidarse en todo el país como fuerza verde.

El pionero en temas ambientales y feministas fue en 1980 el partido verde alemán (‘Die Grünen’). Su irrupción obligó a las demás formaciones a abanderar causas que inicialmente condenaban como extremistas e irrealizables. Ahora, ya no se dirigen solo a la clase urbana, de izquierdas, joven y de cierto nivel socioeconómico, que componía el grueso de su electorado; hoy van a por el centro, ese inmenso contenedor de millones de votos que deciden las elecciones. Siguen así el camino señalado por una de sus figuras, el exministro Joschka Fischer, que definió la política como el arte de construir mayorías donde antes no existían. Annalena Baerbock, la candidata a canciller por el partido verde, está demostrando que es capaz de construir una coalición política que trasciende la división izquierda-derecha.

La salida de una pandemia devastadora ofrece la oportunidad de actualizar el capitalismo. La célebre economista Mariana Mazzucato es la última en sumarse a esta tesis con su libro ‘Misión economía. Una guía para cambiar el capitalismo’ (2021). Aún está por ver quién liderará esta modernización. Si la Europa del siglo XX la protagonizaron los socialdemócratas y democristianos, ahora la ideología verde quiere ser más centrista y pragmática para encabezar la política europea del siglo XXI.