Por
  • Víctor Juan

Como tú

Opinión
'Como tú'
Pixabay

Algunas personas han pasado por mi vida sin dejar ninguna huella.

Personas cuyos nombres debería buscarlos, si es que un día quisiera encontrarlos, en la oficina de objetos perdidos de mi memoria; personas por las que no sufrió mi corazón en cuanto mis ojos dejaron de verlas; personas a las que yo tampoco les importo porque los sentimientos son casi siempre recíprocos; personas en las que no pienso cuando cocino, cuando estoy parado en un semáforo, cuando subo o bajo en el ascensor, cuando me ducho, cuando no pienso en nada o cuando pienso en quien quiero. Hay personas invierno y personas que están en mi vida como un adorno, como un mal día, como una enfermedad pasajera o como un perchero. 

Otras son un felpudo, dos zapatos nuevos, la leña del árbol caído, una manta para acurrucarse durante las noches de invierno, la ermita del ermitaño, un espejo cóncavo en el que más vale no mirarse jamás, un cuadro impresionista, un paraíso perdido, el canto del último cisne, la chistera del mago, el faro de una luciérnaga en medio de la tempestad, una tumba donde guardar secretos, un paraguas en el que cobijarse o la mano izquierda de un espadachín zurdo. Otras son un vaso de agua fresca cuando se tiene sed, un as en la manga, la red del trapecista, un balneario donde curar cualquier herida, la ilusión de un niño en la noche de reyes, una palabra a tiempo, el consuelo de un clavo ardiendo, un manual de supervivencia, una sombra en el desierto o la luz de una estrella fugaz…

Pero nunca he conocido a nadie como tú.

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