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Cartas al director de HERALDO: 'Los factores de la despoblación rural'

Urriés, con 43 habitantes, es uno de los muchos ejemplos de despoblación en Aragón.
'Los factores de la despoblación rural'
Laura Uranga

'Los factores de la despoblación rural'

Mucho se ha hablado de la despoblación de nuestros pueblos pero poco se ha hecho por evitarla. 

A mi juicio la despoblación se debe a factores como el empleo, el campo, la sanidad y las comunicaciones. Los motores que mueven el empleo generalmente son la industria, el comercio y el turismo, y si en las grandes ciudades se les pusiera coto a tantas industrias como tienen, muchas de ellas podrían asentarse en pueblos donde el ayuntamiento podría cederles el sitio gratuitamente mientras la empresa estuviera en el pueblo. Y hay muchos pueblos con condiciones idóneas, estando junto a grandes vías de comunicación, agua, vertidos y telecomunicaciones. Y si a esto añadiéramos, si fuera necesario, mejorar algunas infraestructuras por cuenta del Estado o de las diputaciones, mucho mejor. El comercio se mueve a la vez que la industria y el turismo en su caso, y el turismo rural hay que fomentarlo y darle facilidades en parajes maravillosos y desconocidos para el gran público. En cuanto al campo, ahora la agricultura solamente es rentable cuando está industrializada, mecanizada y asistida por personal cualificado, pues los huertos que hay en los pueblos solo sirven para la ocupación y satisfacción del jubilado (normalmente) que lo cultiva pero no para mantener a una familia con hijos. Respecto a la sanidad, tenemos que contar con una asistencia sanitaria que si no puede estar de manera permanente en un pueblo, sí puedan atender urgentemente en cualquier otro lugar cercano al centro de salud. Respecto a comunicaciones, tenemos muchísimos pueblos con óptimas telecomunicaciones y vías buenas y cercanas a las autovías y autopistas. Y ahora, señores del Gobierno, piensen un poco en esta España no desocupada sino que se desocupa.

José Gayán Górriz. Alhama de Aragón (Zaragoza)

'El conflicto entre Israel y los palestinos'

Vaya por delante que no estoy de acuerdo en que se disparen misiles ni por una ni por otra parte, pero lo de los misiles es una consecuencia y no la causa del problema. En 1947, la ONU decidió que un territorio al este del Mediterráneo, que en parte era de dominio británico, debía ser adjudicado al pueblo judío, y otra parte a un estado palestino. Esta decisión, independientemente de su oportunidad y acierto, es la primera causa del problema. Se produce una guerra y, al final, entre 700.000 y 750.000 árabes son expulsados de sus hogares. A mi modo de ver, otra de las causas es la creencia que tienen muchos judíos de ser un pueblo elegido por Dios, porque esto significa que los demás pueblos están compuestos por seres inferiores, de menor categoría. Tras la Guerra de los Seis Días, los líderes palestinos moderados suscribieron acuerdos que se pueden resumir en ‘paz por territorios’; y posteriormente se firmaron los acuerdos de Camp David de 1978 y los de Oslo de 1993. Pero la solución definitiva no llega. Además del cerco que ejercen sobre el territorio donde viven los palestinos y la utilización de armamento que mata indiscriminadamente, hasta niños, el problema es la continuación de más y más asentamientos ilegales, donde son expulsados más palestinos de sus casas y de sus tierras. A principios de 2021 se habla de casi 500.000 judíos viviendo en Cisjordania, violando la legalidad internacional. Y lo hacen con la mayor impunidad. Si de verdad Israel quisiera la paz, no provocaría estos nuevos asentamientos, porque dejan sin argumentos a los líderes palestinos que desean una solución negociada y dan alas a quienes convierten la frustración palestina en violencia. Me da la impresión de que estas provocaciones israelíes buscan, intencionadamente, una respuesta palestina violenta que justifique su desproporcionada respuesta militar.

José María Martínez Marco. ZARAGOZA

'Basta de quejas'

Llevamos toda la vida en el mismo trabajo, nos acostumbramos a él, lo tenemos todo, un sueldo fijo, vacaciones, pagas extra... Y aun así nos quejamos por cualquier cosa. Tenemos nuestros derechos, por supuesto, pero qué derechos son esos si no haces más que quejarte por vicio y creer que tus obligaciones ya están cumplidas. No nos damos cuenta de la gente que ha perdido el trabajo llevando toda su vida en él. No tenemos ni una pizca de humildad para con ellos. ¿Por qué nos comportamos de esa manera? La vida es mucho más que una queja constante. Conformémonos con lo que ya tenemos, no queramos más y hagamos la vida imposible a los compañeros. Agradecidos deberíamos estar por tener un trabajo... Quizás a ti te toque algún día el perderlo. Pensemos un poco más en el que no tiene para valorar lo que con nuestro propio esfuerzo hemos conseguido. Valoremos lo que nos da la vida, no queramos más de lo necesario. No nos embarquemos en cosas difíciles de conseguir a costa de querer ganar más sin merecerlo. El trabajo es importante, pero uno mismo y su vida, mucho más. Basta de quejas.

Nuria Marruedo López. Zaragoza

'Un paseo por el paraíso'

Fui con unos amigos al barranco de la Cingla en Peñas Royas de Montalbán. Éramos un puñado de almas enhebradas en un frío rosario de piedras de rodeno. Con alegría nos percatábamos de los cuadros que la primavera había pintado para nosotros en los montes y prados. En cada esquina nos sorprendía una nueva maravilla. En cada rincón, una rozagante sorpresa. Por los grandiosos estrechos corría un hilo de chispeante agua que, a cada paso, dejaba preñadas las pozas. Bajo un paisaje torturado por el cierzo, resplandecía en sus valles el flamante verdor de su flora. Izados en el mirador de Peñas Royas, el cencio nos helaba las palabras: sus casas, el Martín, la cadena montañosa, el bosque, el Pozo de los Bolletes, todo estaba primorosamente en su sitio. Comimos en el merendero, bajo la joven luz que se filtrada por entre los chopos... Al terminar, nos fuimos por la montaña hacia Montalbán. Y al llegar, nos remojamos los pies en las lozanas aguas del Martín. El sol se colaba por entre las ramas. El ambiente se teñía de verde. Los pájaros llenaban con sus cantos el aire. Todo se reflejaba en el río. Mientras yo, echado en el suelo, huía volando a través de los chopos cabeceros...

Venancio Rodríguez Sanz. ZARAGOZA

'Imágenes perennes'

Se dice que la fotografía es el arte de escribir con luz. Puede detener o ‘congelar’ cualquiera de nuestros momentos cotidianos, de manera que podemos revivirlos o compartirlos. Con el tiempo, la memoria acaba por acabara por deteriorarse, pero en una fotografía digital el recuerdo permanecerá. Y en muchas ocasiones, gracias a los gestos de las personas fotografiadas, son innecesarias las palabras para expresar sentimientos, informaciones o situaciones.

Diego Sánchez Bolsa. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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