Director de HERALDO DE ARAGÓN

La carta

Opinión
Los tres expresidentes del PAR se muestran en su carta profundamente preocupados.'
POL

No es una cuestión menor que pueda ignorarse puesto que invita a una reflexión sobre la existencia y el sentido político del PAR mientras interpela, directamente y por efecto contagio, sobre su papel en el Gobierno cuatripartito. 

La carta firmada por los tres expresidentes de la formación aragonesista -Hipólito Gómez de las Roces, José María Mur y José Ángel Biel- refleja una honda preocupación que trasciende al conflicto interno entre críticos y oficialistas y que sitúa frente al espejo a un partido debilitado. Sin demasiadas expectativas de voto -las encuestas no se muestran generosas con el PAR-, los expresidentes reclaman en su misiva publicada en HERALDO una renovación de los órganos de gobierno del partido y la «definición de la línea política a seguir en adelante». Un mensaje directo y claro con un principal destinatario: Arturo Aliaga, actual presidente y último depositario de una larga relación de errores acumulados que han dejado a la formación enfrascada en una pelea por evitar su irrelevancia.

El mensaje de los expresidentes aparece en un momento político en el que el centro ideológico se está diluyendo. Con un trastabillado Ciudadanos, que incluso busca en Aragón una aproximación electoral al PAR para sumarse a la condición de bisagra que ha alargado la vida de los aragonesistas, el debate sobre la propiedad del centro cobra urgencia y sentido, especialmente cuando los bloques derecha e izquierda expresan una tendencia hacia un bipartidismo de nuevo cuño.

Inmerso en el juego de la ambivalencia como mejor demostración de una supuesta condición centrista en lo ideológico -un esfuerzo que nunca ha logrado ocultar su naturaleza conservadora-, el Partido Aragonés hace tiempo que descubrió que su importancia descansaba en su utilidad. Pieza clave para la suma de mayorías, los repetidos desplantes del PP hicieron que los aragonesistas pactaran rápidamente con el PSOE tras las últimas elecciones autonómicas, justo después de formar parte de la foto de Colón y tras haber gobernado en coalición con Luisa Fernanda Rudi. Considerado por el presidente Javier Lambán como una pieza de seguridad en el cuatripartito aragonés -su acuerdo con el PSOE frenó un gobierno de centroderecha con apoyo de Vox-, los meses de la pandemia han contribuido a que afloraran unas luchas internas que han evidenciado sus debilidades orgánicas.

Sin grandes fricciones con el resto de los socios y convenientemente acomodado en el Consejo de Gobierno, las tensiones orgánicas que sufre Aliaga en su partido parecen preocupar más al PSOE que al propio vicepresidente regionalista, que sabe del valor de su aportación a un Ejecutivo en el que una inestabilidad podría convertirse en un problema, aunque hasta ahora se han sabido superar las controversias y mantener la continuidad del gabinete. Con la consejera de Presidencia, Mayte Pérez, asumiendo temporalmente las competencias del propio vicepresidente Aliaga, la estabilidad del Gobierno no es un tema sobre el que ahora se tenga que debatir. Hoy, los cuatro socios saben lo mucho que se juegan y todos aceptan que la continuidad del proyecto depende de la estabilidad interna de sus respectivos partidos. Todos deben guardar un cuidado equilibrio y hasta la intención de la consejera de Universidad, Maru Díaz, de formar parte de la candidatura de Ione Belarra -en la que también se encuentra integrado Pablo Echenique- debe valorarse para evitar sorpresas. Por ello, la crisis que sufre el PAR, que ya no admite sordinas cuando los tres expresidentes del partido se declaran «profundamente preocupados», trasciende a la urgencia por fijar fecha para un congreso de renovación.

miturbe@heraldo.es

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