Por
  • Carmen Magallón

Colombia

Un guerrillero del Frente 36 de las ya desmovilizadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
'Colombia'
EP

Las graves noticias que llegan de este país hermano nos encogen el corazón. 

En tan escaso espacio no es posible dar cuenta de la compleja situación que vive Colombia, pero su dolor pide que levantemos una mínima voz, algunas claves. El Acuerdo de Paz firmado en 2016 entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC transmitía esperanza: además de poner fin a las hostilidades, buscaba ser un primer paso hacia la transformación de un país con desigualdades extremas. Pero las expectativas no se cumplieron. Las zonas que dejó la guerrilla fueron ocupadas por bandas armadas, la ausencia del Estado en amplios territorios y la impunidad continuaron, y varios cientos de defensores y defensoras de derechos humanos, así como de exguerrilleros, fueron asesinados por sicarios. El partido en el poder, que siempre estuvo contra el Acuerdo, se enfrenta ahora a las protestas iniciadas contra una reforma fiscal y su respuesta deja en las calles gran número de muertos, heridos y desaparecidos, la mayoría jóvenes. La honda frustración social, que la pandemia agudizó, y la escalada represiva hacen que la retirada de la ley hoy ya no sea suficiente.

Mientras, la Comisión de la Verdad sigue trabajando y entregará su informe a finales de año; en él se señala el entramado de responsabilidades frente a la violencia que, dice una comisionada, va más allá de lo que hicieron los actores armados. Los nueve millones de víctimas colombianas merecen justicia, verdad, reparación y compromiso de no repetición.

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