Castigado de manera especialmente intensa por la pandemia de la covid-19, pero considerado como uno de los artífices de la creación de riqueza de la Comunidad, el estratégico sector turístico aragonés se enfrenta al arranque de la temporada de verano con la confianza depositada en que las medidas de seguridad, el control de los visitantes en las instalaciones y la vacunación garanticen su progresiva recuperación. 

Aragón, plagado de atractivos y con una industria turística alejada de las grandes masificaciones descritas en el modelo de sol y playa, se ofrece como un espacio seguro y tranquilo para el visitante. Las ayudas para el sector y la colaboración con las administraciones deben servir para impulsar una reactivación que no admite demoras.

Decaído el estado de alarma y recuperada la movilidad entre comunidades, Aragón se prepara para una campaña que debe quedar guiada por el binomio que describe la necesidad de la recuperación económica y la seguridad sanitaria. El sector, que durante este largo año de la covid ha sufrido desde la incertidumbre de los clientes hasta los cambios de criterio de las administraciones, tiene ante sí un reto que está dispuesto a superar gracias a la confianza depositada en su capacidad de adaptación a las nuevas exigencias. Los profesionales del turismo, que conviene no olvidar que actúan como representantes directos de los muchos atractivos que posee Aragón, son los primeros interesados en lograr un verano en el que de forma progresiva se retorne a la normalidad. Tras un invierno en el que la temporada de la nieve se ha perdido por completo y una Semana Santa en la que se trabajó a una capacidad reducida, el verano -que no contará con la celebración de las fiestas patronales- se muestra como el necesario punto de inflexión que debe permitir un cambio de tendencia.