La pseudopeatonalización que no vimos venir

Luz verde a la nueva ordenanza de veladores en Zaragoza, que incluye mantener las terrazas en la calzada
Recreación de un velador de un establecimiento hostelero instalado en una calzada
Ayuntamiento de Zaragoza

La instalación de veladores en la calzada promovida por el Ayuntamiento está resultando ser una tabla de salvación para algunos bares y restaurantes de Zaragoza, que tan limitada tienen su actividad a causa de la pandemia. Es una solución imperfecta, por unas cuantas razones, incluidas las afecciones a terceros (por ejemplo, pérdida de plazas de aparcamiento), y provisional solamente en origen. Cuesta creer que, una vez que se supere esta crisis sanitaria, nadie con mando en el Consistorio vaya a renunciar a la que puede convertirse en una apreciable fuente de ingresos anual. Son casi trescientas ya. Y pasan sobradamente del centenar las solicitudes pendientes de resolución.

Allá donde estas terrazas sobrevenidas van ganando espacio a los coches –mayoritariamente en el Casco Histórico y demás zonas céntricas, pero también en otros barrios–, las calles algo se van humanizando. Y se evidencia con ello una de las grandes debilidades de esta ciudad: la falta de progreso en la peatonalización, en la que muy poco se ha avanzado en comparación con las otras dos capitales aragonesas y, desde luego, si se mide respecto a la situación en las principales ciudades españolas.

Ahora se está comiendo terreno a los vehículos a motor en las calles zaragozanas, pero sigue sin liberarse el espacio público para las personas. Lo que alienta el proceso es dar respuesta a las necesidades de un sector, la hostelería, que lo está pasando mal (como tantos otros castigados por las restricciones sanitarias). Sigue siendo una de las principales asignaturas pendientes ganar las calles para todos los ciudadanos, los cuales incluso se están viendo estos meses últimos más limitados en calles y plazas, precisamente también por la proliferación de terrazas de los bares.

Vivimos en Occidente y antes o después la peatonalización se impondrá, desde luego en la ciudad consolidada. ¿Por qué no aprovechar para impulsarla estos tiempos de la covid que tan permeables nos han hecho a los cambios, a repensar lo cotidiano?

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