Redactor de HERALDO DE ARAGÓN en la sección de Deportes

El parón erróneo

Opinión
'El parón erróneo'
Pixabay

Me da igual que pinchen la sintonía de ‘La pantera rosa’ o la banda sonora de ‘El bueno, el feo y el malo’. 

Me fastidian esas intrigas y disquisiciones en mitad de la vorágine. Creo que prefiero el error, el error antes que el parón. Prefiero el fallo en caliente a la foto ‘finish’ de una tecnología milimétrica, fría y ‘cortarrollos’. No sé nada de fútbol, así que no hablo del VAR, pero sí de su gemelo monocigótico en el baloncesto al que llaman ‘instant replay’. Es del todo insufrible. Quizá lo sería menos si se utilizara de forma comedida, o si fuera una relectura velocísima como el tenístico ojo de halcón, pero estar cuatro minutos de reloj para ver repetido un instante de no más de un segundo me parece un fracaso de la tecnología y del arbitraje. Los colegiados son humanos y, en consecuencia, dudan y se equivocan. Eso forma también parte del deporte, de su impredecibilidad y su incertidumbre. De su falta de lógica, que es lo que disfrutamos. Si no, que hagan los balones cuadrados con los que se pueda prever hacia donde saldrán disparados tras un palmeo o un remate.

¿Supone esto tanto como decir que el azar importa más que la justicia en el deporte? No. Supone reconocer que, tras las pantallitas y las repeticiones, muchas veces el juicio sigue sin ser concluyente y el veredicto es interpretable de una u otra forma. Aquí, de nuevo, entra la razón y no la máquina: el juez timorato y no el gélido tiralíneas. Desde una perspectiva más indulgente, el fallo es una prueba de humildad. Y si el error da pie para liberar tensión con un sonoro abucheo, el espectador y el espectáculo salen ganando.

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