Europa y el plan de recuperación
La reunión telemática que ayer mantuvieron los ministros de Economía de Alemania, Francia, Italia y España envía un alentador mensaje de unidad y determinación por parte de los mayores países de la UE para impulsar el plan de reactivación.
Pero a la vez revela que algunos de los socios se están tomando con excesiva parsimonia la tarea de poner en marcha un programa del que depende no solo la recuperación económica, sino que la Unión no pierda terreno respecto a Estados Unidos y China después de la pandemia.
Para España, como uno de los países más afectados por las secuelas de la pandemia, la puesta en marcha del plan europeo de recuperación, dotado con 750.000 millones de euros, es fundamental de cara a reactivar la economía y modernizar el sistema productivo. Pero el éxito de este programa es esencial para toda la Unión, porque está en juego su adaptación a los desafíos tecnológicos y ambientales y su capacidad para competir con Estados Unidos y China, que están haciendo esfuerzos superiores para impulsar sus respectivas economías. Es muy positivo que los cuatro mayores países de la UE estén de acuerdo en la trascendencia de estos fondos y decididos a impulsar su aplicación. Lo cierto, sin embargo, es que muchos socios van con retraso. Parece que solo una docena de países -entre ellos España- presentarán sus planes nacionales antes del plazo marcado para el 30 de abril. Pero además hay nueve estados que todavía no han ratificado el mecanismo que permitirá a la Comisión Europea emitir la deuda necesaria para financiar los fondos. España debe naturalmente completar sus deberes, sobre todo las reformas que pide Bruselas y que son necesarias para consolidar nuestra economía. Y además, los gobiernos más comprometidos con el plan de recuperación deben requerir a todos los miembros de la UE para que aceleren los trámites y procesos. Europa no puede permitirse en un fracaso.
