Director de HERALDO DE ARAGÓN

Tetris aragonés

Opinión
'Tetris aragonés'
POL

El Tetris, el juego de ordenador diseñado por el ingeniero ruso Alekséi Pázhitnov y convertido en un clásico del entretenimiento digital, resume toda su mecánica en algo tan sencillo como la búsqueda en velocidad del encaje de las piezas que caen de un cielo virtual. 

La pericia del jugador se define sobre su capacidad para formar bloques multicolores que, una vez compactados, descienden para perderse de vista. El éxito reside en la formación de grandes masas, todo un símil que resume buena parte de lo que ocurre en Aragón.

El mapa político autonómico presenta un fragmentado muestrario que está obligando a PSOE y PP a actuar como protagonistas de dos grandes bloques que replican un bipartidismo de varios actores. Izquierda y derecha están enfrentadas, sin puntos intermedios ni permeabilidad alguna en una frontera –primero lo intentó el PAR– de la que quiso apropiarse Ciudadanos. La imparable descomposición de los naranjas, hoy con una difusa carga ideológica, registra un retorno mayoritario del voto hacia PP, descubriéndose una inminente fuga de los escasos restos hacia el PSOE.

Los bloques son inalterables e inelásticos. Y su rigidez se ha podido descubrir en la última encuesta de intención de voto publicada por HERALDO el pasado 23 de abril, donde se observa que la posible entrada de Teruel Existe en unas elecciones autonómicas castigaría directamente a los socialistas. Se comprende así la distancia próxima a la indiferencia que adopta el presidente Javier Lambán respecto a los movimientos de Tomás Guitarte, quien aprovechándose de la paradoja en la que se ha convertido la política nacional se beneficia en Madrid de la atención que le dispensa Pedro Sánchez. Todo un contrasentido que podría complicar la estabilidad del cuatripartito aragonés mientras se satisface la exigencia de las matemáticas parlamentarias con las que el PSOE suma mayorías en el Congreso de los Diputados.

Los bloques ideológicos, pese a la pandemia y la crisis, permanecen prácticamente inalterables en Aragón

Las piezas encajan dentro de unos márgenes muy estrechos y la apuesta por la moderación que expresan tanto Javier Lambán como el popular Jorge Azcón en el Ayuntamiento de Zaragoza, un ejercicio que en la mecánica del viejo bipartidismo ensanchaba la intención de voto, no termina de funcionar.

La fuerte corriente de influencia procedente de la política nacional eclipsa el papel de los liderazgos autonómicos y locales y, por mucho que cueste asimilar en los gabinetes, no despuntan los grandes protagonismos transversales. La gestión de la crisis del coronavirus, que podría ser un detonante para el cambio de papeleta, tampoco desgasta ni engrandece lo suficiente. El elector, sin grandes dudas ni indecisiones, se aferra a los perfiles más políticos, aceptando que su voto servirá para construir una mayoría dentro de un bloque. El cuatripartito abunda en este modelo –el PAR actúa como un comodín sin una gran carga ideológica–, cuyo principal pegamento –como también ocurre en el Ayuntamiento de Zaragoza–, es la relación de necesidades mutuas.

Cada pieza política encaja dentro de su molde y apenas se descubren saltos en una frontera que con el bipartidismo era mucho más permeable

Estas nuevas uniones que conforman gobiernos, donde el día a día está repleto de matices, convierten a Lambán y Azcón en jugadores protagonistas de un Tetris en el que una vez compactadas las piezas todo debería cobrar sentido. Evitar las fricciones, en cualquier caso, no debería servir para colocar en un mismo plano de duda la estabilidad y la velocidad en la acción de gobierno.

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