Y sin embargo avanzamos

El Día de Aragón propicia una reflexión sobre nuestra circunstancia colectiva.
El Día de Aragón propicia una reflexión sobre nuestra circunstancia colectiva.
HERALDO

Muchos aragoneses, quizás la mayoría, teníamos la esperanzada convicción de que el año 2021 sería el de la recuperación -de la salud, de la vida cotidiana y de la economía- después del fatídico 2020 de la pandemia. 

De manera que estos primeros cuatro meses que ya han transcurrido podrían verse como una decepción y un motivo para el desaliento. Y sin embargo, llegados al jalón del 23 de Abril, que invita a la reflexión sobre nuestra circunstancia colectiva, convendría reconocer que esa valoración no es acertada y que hay razones para una visión más optimista. A pesar de la confusión en la que todavía nos encontramos, se puede defender, tal vez contra las apariencias, que en realidad sí estamos saliendo de la crisis pandémica, que las cosas van a mejor y que avanzamos por el buen camino, aunque, como aquellos cuatro corazones de Jardiel, caminemos a veces «con freno y marcha atrás».

Este Día de Aragón vuelve a estar marcado con el sello del virus. Pero la situación es hoy muy diferente de la que vivíamos hace doce meses. Para empezar, ahora tenemos vacunas, que -a pesar de los temores que puedan despertar los poco frecuentes efectos adversos- son razonablemente seguras y están demostrando ya su eficacia. Tenemos inmunizadas nuestras residencias de ancianos. Y a los profesionales de la salud, a los profesores, a otros trabajadores de actividades esenciales y a la mayor parte de quienes tienen más de 80 años. Y el proceso de vacunación, si bien a trompicones, sigue adelante. ¡Qué duda cabe de que la campaña vacunal se desarrolla mucho más despacio de lo que quisiéramos y de lo que esperábamos! Y de lo que nos habían prometido, por cierto. ¡Ese es nuestro potro de tortura de cada día! Pero, así y todo, la vacuna está cambiando ya las reglas del juego entre el virus y la sociedad. Tal vez sea un espejismo, pero que la quinta ola del virus, posterior a la Semana Santa, esté resultando bastante menos virulenta que las anteriores es muy probable que se deba a que una gran parte de los aragoneses están ya parcialmente inmunizados, puesto que más del 20% han recibido al menos una inyección y un porcentaje importante ha pasado la enfermedad. Con esta base, incluso aunque no se cumplan las promesas del Gobierno central sobre la inmunidad de grupo, parece lógico pensar que en los próximos meses, si bien habrá que mantener medidas de prevención, las más molestas y onerosas, como confinamientos y toques de queda, irán siendo cada vez menos necesarias.

Las perspectivas económicas

En cuanto a la situación económica, no cabe por supuesto minimizar el golpe tremendo que hemos sufrido y el lastre que la pandemia sigue suponiendo para toda una serie de actividades que tienen una importancia decisiva en la producción y el empleo en nuestra región: hostelería, turismo, comercio, espectáculos. Sin embargo, es muy probable que esos sectores vayan recuperando la demanda a medida que la situación sanitaria mejore y la dinámica de la vida social vaya aproximándose a la normalidad; y que, por tanto, entren todavía a lo largo de este año en una senda de claro crecimiento. Y si miramos al conjunto de la economía, hay signos de que podemos estar iniciando un ciclo no solo de recuperación sino de desarrollo. Al menos esa es la impresión que queda si pasamos revista a las inversiones que ya están en marcha o que se han anunciado en los últimos meses, desde el proyecto del grupo Guissona en Épila al de Becton Dickinson en Zaragoza, pasando por las diversas instalaciones de Amazon en nuestra Comunidad, los múltiples planes para energías renovables, la expansión de una empresa de vanguardia como Certest o muchos otros de los que hemos ido teniendo noticia. También hay que confiar en una reactivación de la inversión pública gracias a los fondos europeos y a los proyectos para la transición ecológica.

Y, en fin, a pesar de la ‘fatiga pandémica’, de los múltiples temores y la indignación que provocan muchos aspectos de la gestión de la crisis, la sociedad aragonesa no está ni atrofiada ni vencida. Al revés, tiene un caudal de energías contenidas que están deseando que se abran los cauces para mostrar su potencial. Es imposible adivinar el futuro, pero 2021 aún puede ser el primer año de la pospandemia.

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