Canfranc celebró ayer la llegada del primer tren a una nueva estación que debería convertirse en poco tiempo -ese es el objetivo- en parte de una remozada línea ferroviaria internacional que comunique directamente Aragón con el sur de Francia.

 El ministro de Transportes volvió a expresar el compromiso del Gobierno central con la reapertura, un proceso para el que es necesario acelerar al máximo los proyectos y las obras que todavía están pendientes

Hay que situar la nueva estación de Canfranc en el doble contexto de la ansiada reapertura del paso internacional y de la reforma de las antiguas dependencias ferroviarias para potenciar el atractivo turístico de la localidad pirenaica. Con esta inauguración, el emblemático edificio construido en 1928 queda liberado para convertirse en un hotel, aunque su magnífico vestíbulo seguirá dando paso a los viajeros hacia las vías. El proyecto se complementa con la urbanización de la explanada y un museo ferroviario. La nueva estación, por otro lado, se adapta a las necesidades siglo XXI, cuando la conexión entre dos naciones europeas ya no requerirá ni complejos cambios de ejes ni trámites fronterizos. Y hay que verla, por tanto, como un avance hacia la reapertura por la que Aragón lleva luchando desde hace 51 años, cuando se suspendió el tráfico de trenes entre España y Francia. El ministro Ábalos insistió ayer en que la apuesta de su Ministerio por la reapertura es firme y anunció que prepara una reunión cuatripartita, con representantes de los gobiernos nacionales y de los regionales de Aragón y Nueva Aquitania, para darle un impulso definitivo. La aspiración aragonesa es que el trayecto de Zaragoza a Olorón pudiera restablecerse hacia 2025, o no mucho más tarde. Para ello los proyectos y obras deben avanzar más deprisa, y hay que evitar que la modernización del túnel suponga un gran retraso. La reapertura del Canfranc parece ahora más cerca, pero todavía hay que hacerla realidad.