Diez años

Cabecera de HERALDO DE ARAGÓN
'Diez años'
Guillermo Mestre

El primer día que firmé una columna en HERALDO, el periódico me parecía más grande, como hecho para que se leyera mejor. 

Así que me daban ganas de ir por la calle robándoles los ejemplares a los quiosqueros, a fin de disfrutar de esa gloria en soledad, porque a un periodista supongo que no debería gustarle ese oscuro rincón de vanidad de la tinta que firma su nombre. Y es curioso que desde aquel día hayan pasado, justo hoy, diez años; y más curioso, que no supiera y siga sin saber por qué quise escribir Opinión. Un hábito raro que se vuelve más complicado según vas cumpliendo años y columnas, y te das cuenta de que sabes muchas menos cosas de las que creías saber aquel 12 de abril de 2011, cuando tenía 22 años y Encarna Samitier, entonces jefa de Opinión de este periódico, se atrevió a darme una oportunidad que aún hoy disfruto.

No recuerdo ahora a qué director le escuché llamar a los periódicos "proyectos intelectuales"; pero me parece la mejor definición para atar la información a la honestidad. Lo que el columnista no sabe cuando le dan una columna es que ha establecido un contrato con el lector que excede a la actualidad y a su propia intimidad. La columna debe despegar de las páginas para contar algo más que cosas tan inmensas como una exclusiva o el resultado de un partido del Zaragoza. Así que un día asumes que eres un rincón del periódico que llega después de todo el mundo para explicar algo que necesita a los demás compañeros periodistas para existir, lo cual es importante por aquello de seguir dándole humildad a un espacio que consiste en que yo les vengo a decir lo que pienso. Aunque prefiero a Julio Camba cuando escribió: "Hago sueños para escribir artículos".

Supongo que debo admitir que estas líneas, en la última década, han sido un tratamiento sanador para expulsar miedos, dolor y alegría a su costa. Ejercicios en ocasiones de vanidad nada disimulada y necesaria que me he justificado pensando que alguien, en algún rincón de Aragón, se sentiría como yo y le serviría de compañía. Decía Fernando Fernán Gómez que "solo nos quieren nuestros padres". Y quizá por eso estos diez años de búsqueda, exhibicionismo y desahogo tras los que siempre vuelvo al mismo punto; y por eso me gusta.

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