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El CIS de Rafa

Un taller
Un taller
Pixabay

Rafa es un trabajador nato. Regenta un modesto taller de reparación de vehículos en Zaragoza. Su pequeño negocio es también una especie de observatorio sociológico de la realidad, con la diferencia de que sus pronósticos aciertan más que el CIS de Tezanos. "Va todo muy mal. Está todo parado", se lamenta estos días. "No se ve ni una chispa de luz al final del túnel".

Durante la pandemia ha comprobado cómo su clientela se iba reduciendo a la mínima expresión. Los días previos a la Semana Santa fueron un oasis que precedió a una calma chicha. El movimiento que parecía anunciarse resultó ser tan solo un espejismo.

La mayoría de los escasos vehículos a reparar supera los diez años. El cliente solicita un apaño para tirar lo justo y salir del paso. Se apura al máximo: antes que renovar el parque automovilístico se prefiere ahorrar lo posible porque a la vuelta de la esquina tal vez no haya ingresos ni para afrontar las necesidades más perentorias.

"Veo a gente de distintos gremios llorando porque su situación es insostenible, apenas tienen trabajo, se ven obligados a cerrar su pequeña empresa porque no tienen para pagar a sus dos o tres empleados", se lamenta Rafa. "No salen las cuentas, ¡y para colmo de males, este mes de abril toca pagar el IVA!", exclama.

Rafa pide opinión a su interlocutor, un comercial que requiere sus servicios para que repare su desvencijada furgoneta de trabajo. "La única solución es vacunarnos la mayoría, pero antes porque no había vacunas y ahora porque no paran de bombardearnos con indicaciones contradictorias, apañados vamos. Y mientras tanto, nuestras vidas están en juego".

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