Contra el desprecio

Opinión
'Contra el desprecio'
Pixabay

Debido al sectarismo que se está extendiendo, escasea el análisis ponderado. Cuando los extremismos pasan de ciertos límites, la reflexión y la moderación empiezan a ser actitudes excéntricas, sospechosas y con mala prensa. 

Y hay evidencias, entre otras, las que ofrece la prestigiosa Encuesta Social Europea, de que se está dando un fuerte incremento de la polarización en todo el continente, en asuntos como la inmigración, la integración europea y la confianza en los parlamentos.

Probablemente, lo más grave es que se trata de una confrontación emocional y simplista, con un trasfondo violento, alentada por populismos de todo signo. Así lo viene advirtiendo, sin ir más lejos, en este periódico, José Javier Rueda, quien la semana pasada aludía al mal cariz que han tomado las elecciones del próximo 4 de mayo en la Comunidad de Madrid, cuyos resultados, contando con el precedente catalán, podrían derivar en un experimento político aplicable a toda España.

Me asusta que visiones como las de Rueda, Javier Cercas y otras figuras próximas, antes o después tengan que aludir a la siguiente etapa del proceso totalitario, la fase del desprecio a la otra parte, hasta convertirla en un bicho inmundo que no merece existir. A este pavor le opongo la esperanza de que la cordura siga secretamente viva entre la gran mayoría de la población, aunque los estudios sociológicos no la perciban. Si bien, admito que dicha esperanza es más emocional que reflexiva. Tan emocional, confieso también, como el desprecio por algunos individuos que intenta anidar y hacerse fuerte en mi espíritu.

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